La manzana envenenada

Luis Fernando Garibello Peralta

Eduardo Montealegre salió en defensa del fiscal Barbosa alabando según él, sus extraordinarios méritos intelectuales y su impecable trayectoria, no hace reparos en los motivos que tienen al nobel director del ente investigador contra las cuerdas, más bien vulgarizó aún más lo ocurrido, señalando que su pecado era haber violado el onceavo mandamiento: “no dar papaya”, todo un profesor! Y continúa: si el fiscal quiere hacer historia, debe llegar a la verdad en los grandes temas: la financiación de las campañas de Duque y Santos, la corrupción política y empresarial de Odebrecht, léase nuevamente el gobierno anterior, es decir, donde él fue fiscal ternado por Santos.
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Habla de Barbosa como un defensor de la paz, de tener un discurso racional, y le conmina a que su deber con Colombia es restablecer la ética pública (¿y los tapabocas, y los viajes?). Manzanas envenenadas como esta que Montealegre le ofreció a Barbosa se han citado desde el origen de los tiempos. En el Génesis se narra como la serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado era la personificación del pecado, de la rebelión, dice este libro escrito por inspiración divina: “El hombre y su mujer escucharon que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora en que sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de él entre los árboles del jardín, pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó: Dónde estás? El hombre contestó: escuché que andabas por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.

Entonces Dios le preguntó: ¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras”? La desnudez del fiscal es evidente y esto lo prueba sus mismas afirmaciones: “el segundo cargo más importante del país”; el mejor preparado de su generación entre otras manifestaciones ególatras propias de un adolescente que no sabe sobre qué barril de pólvora se sentó a fumarse un cigarro. Manzanas también se mencionan en cuentos que siendo para niños, hablan de intrigas y muertes. Blanca nieves recibe esta fruta de manos de una malvada bruja, quien la envidia por su belleza, y al probarla muere producto del veneno que tenía en su interior, la única forma de volver a la vida es por medio del beso que un príncipe azul debe darle. Montealegre no creo que envidie la “belleza” del fiscal, ni sea el príncipe azul que resucite a Barbosa de estos episodios lamentables en los primeros seis meses y menos de los cuarenta y dos que hacen falta, pero si resulta raro su peligroso regalo de siete minutos enviado a los medios más relevantes del país. Toda la vida ha existido la tentación, toda la vida ha existió un tentador y alguien que se deja tentar, no necesariamente como lo describió dijo Margarita Rosa…estas son ligas mayores: la fiscalía, un organismo con más de veinte mil funcionarios, un presupuesto billonario y el poder de colocar esposas a quien “disponga”, nada más ni nada menos, pero en estos cargos se requieren estadistas, un ejemplo de ello es Alfonso Gómez Méndez, quien realizó una fiscalía excepcional algo que se esperó de Montealegre. Que buscará el exfiscal ofreciendo esta manzana con cubierta de caramelo brillante parecida a la que se venden a los niños cuando las ciudades de hierro visitan poblaciones calenturientas. Que querrá cuando le dice que es el mejor, que no dé papaya y de paso investigue la campaña de su gran amigo el Presidente Duque (no me consta que sea el mejor), y como postre: investigue a Odebrecht y a Uribe, y Santos, es decir; al presidente que lo ternó! Un teorema confuso para un mozalbete como Barbosa que aún no sale del shock en que se encuentra por cuenta de un nombramiento que le hizo un daño terrible a él y a la institución y que hoy por cuenta del tropel político que se cierne sobre este país, no sale de su apartamento a musitar palabra, hombres de Estado se requieren más que nunca.

LUIS FERNANDO GARIBELLO

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