“El rebusque”

Manuel José Álvarez Didyme

La abrupta medida decretada que nos llevó al enclaustramiento como medida de protección contra el virus del Covid-19, nos trasladó así mismo de brusca manera a una realidad bien diversa de aquella por la que veníamos transitando dentro de parámetros de presunta normalidad, obligándonos a repensarla de forma acelerada y sin tiempo suficiente para tomar unas acertadas medidas sobre la manera de seguirla encarando futuramente.
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Y es que esa nueva objetividad, implica tener que sustituir el comportamiento social en el que nos hallábamos plenamente adaptados y sin poder salir de casa a encarar con nuestra presencia física la cotidianidad de nuestras labores.

Una extrema circunstancia que nos involucra y afecta a los 49 millones de habitantes que en la actualidad tiene Colombia de acuerdo con los registros del Dane, de los cuales 12 son pobres por falta de empleo y que conforman una legión de hombres, mujeres y hasta niños diseminados por doquier, tratando de obtener un congruo ingreso, laborando acordes con los horarios y con los hábitos de “sus clientes”, en los más variados trabajos que van, desde los que llevan a cabo la mujer que armada de pito y bolillo cobra por cuidar carros, los niños que ayudan a cargar paquetes a quienes realizan voluminosas compras, hasta los de las “plañideras” que en pequeños poblados obtienen sus ingresos por rezar y llorar difuntos ajenos.

“Negocios” montados sobre un par de ruedas, un canasto, una caja de cartón o una vetusta carretilla en las que se exhiben escasos productos como el famoso “corrientazo” o menú casero; la tradicional mazamorra, -que subsiste y se niega a desaparecer-; las gaseosas, el agua de coco, o las tradicionales empanadas, el tinto, etcétera, etcétera, que son evidente muestra de la informalidad a la que han tenido que ir a abrevar aquellos que, pese a buscarlo, no encuentran un empleo formal alguno.

Un nutrido grupo plural que involucra madres cabeza de hogar y menores que con su trabajo intentan llevar sustento a sus familias, y que según las estadísticas del Dane conforman un amplio número de “desocupados” o sin “chamba” que se desempeñan en oficios para los que jamás se prepararon.

Generándole -no obstante el deseo de superación que es el que mueve a quienes viven del rebusque-, los más graves problemas al país, al alimentar otros como el narcotráfico, la inseguridad, el homicidio y la prostitución.

Momento oportuno para revisar de arriba abajo, la estructura laboral y social del país y la normativa que la rige y gobierna.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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