Elvira Gaitán de Alvarado

Manuel José Álvarez Didyme

Como el inatajable paso de los años nos lo impone, rutinaria y gradualmente nos estamos viendo privados de personas valiosas de las que tanto hemos querido; aquellas con las que en cercana comunión disfrutamos los momentos que nos brindó el discurrir del nativo solar, y casi que de forma imperceptible las vemos desaparecer una a una, como una gran mazorca que se desgrana o un calendario que rutinariamente pasa sus fechas, recordándonos como alguna vez lo hizo Borges en alguno de sus poemas:
“que el muerto no es un muerto: …es la muerte…”.
PUBLICIDAD

Es así como ahora nos llegó la noticia de la muerte de Elvirita Gaitán de Alvarado, –ratificada por uno de sus hijos-, ante la cual nos emocionamos al punto del sobrecogimiento, igual a como debió ocurrirle a todos aquellos quienes la conocimos de cerca y disfrutamos de su aprecio y amistad, ante la certeza de que con ella desaparece una protagonista de primera línea de la historia positiva de nuestro Tolima; aquella en la que se destacaron la inteligencia, la honestidad y la pulcritud de sus gentes, cualidades a las que ella adicionó la generosa apertura de su espíritu y el afecto, para ver de auxiliar a los humildes requeridos del apoyo fraterno y solidario, que siempre estuvo presta a dispensarlo, como católica practicante que fue.

Virtudes que jamás dejaron de hacer parte de su equipaje moral, el mismo que siempre llevó consigo y del cual también hizo gala en su paso por la política, cuando el huilense Misael Pastrana Borrero, como candidato a la presidencia de Colombia, le demandó su apoyo, y ella fiel a su amistad y a su partido, aceptó acompañarlo, sin duda ni reticencia alguna.

De entonces nos quedó grabada su imagen de dirigente política, en el mejor sentido del término, puesto que jamás el ejercicio del poder la llevó a perder o siquiera a menguar su talante de mujer pulcra, ecuánime y cordial.

Así, resulta imposible borrar su recuerdo, cuando revestida de autoridad, le imprimió su talante al gobierno regional, en las varias oportunidades en las que fungió como Secretaria de Educación del Tolima en especial en la Gobernación del “cofrade”, Alfonso Palacio Rudas, o en la Secretaría de Gobierno departamental, o como Gobernadora encargada, o bien a la juventud de la época, cuando sirvió como Directora del ICBF.

Que triste que de ese Tolima, no nos vayan quedando sino remembranzas y algunos pocos afectos de aquellos que se resisten a desaparecer convertidos en jirones de un pasado que indudablemente fue mejor, de aquellos que han debido mantenerse para siempre en nuestras vidas.

Por ello es que ante el arrobamiento que produce la noticia de la muerte de esta gran mujer y la evocación de tantos momentos gratos del pasado que ella nos provoca, solo queda expresar, junto con mi esposa Luz Ángela, mis hijos y nietos, a sus hijos, nietos y demás parientes, el adolorido sentimiento de pesar por su fallecimiento.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

Comentarios