Combatir el desempleo una urgencia regional

Manuel José Álvarez Didyme

El desempleo crece y aumenta en el país y en el orbe, dando origen al inicio de un nuevo ciclo económico depresivo, similar pero con mayor acento que los sucedidos en las crisis universales generadas por las guerras mundiales o a la de los años 30 del pasado siglo XX, todo a causa del llamado “Coronavirus”.
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Y como lo evidencian las cifras, la tasa de desocupación en nuestros predios se incrementa con desmesura y con ribetes de gravedad, sobrepasando la de por sí angustiante del último año, hasta alcanzar un amenazador por ciento que traducido al número de “parados”, supera los 90.000 con tendencia al alza continuada, como lo ratifican los datos estadísticos del Dane, recientemente difundidos por los medios.

Y como principales causas de este fenómeno, -destacados desde antes de la aparición de la pandemia y que continúan inmodificados-, están la equivocada política del gobierno local sobre el llamado capital de inversión y su inexplicable hostilidad hacia la gestión privada y la creación de empresa enmarcados por odiosos perfiles fiscalistas, sumados a unos deficientes servicios públicos y a lo poco o casi nada hecho por la capacitación de quienes buscan trabajo para garantizarles su desempeño futuro con la eficiencia necesaria para las tareas a realizar, poniendo en evidencia lo que en muchos foros sobre desarrollo se ha dicho hasta la saciedad, pero sin que hasta hoy poco o nada se haya hecho al respecto, que:

1. El desempleo se combate atrayendo capital; 2. Optimizando los servicios públicos, y, 3. Ofertando una educación pertinente, pues al desenvolvimiento solo se llega con preparación, pero no de cualquier clase, ni creyendo que con el simple incremento de la cobertura del sistema educativo convencional la tarea queda hecha, desconociendo que además de ésta, es necesario que lo que se enseñe en las aulas sea lo verdaderamente requerido por la economía, o sea que corresponda a la real necesidad circunstancial del Tolima, que concuerde en un todo con la que es menester para desarrollar las competencias demandadas por el mercado laboral.

Como lo hecho en otros momentos y diversos lares, (léase el recientemente invocado “Plan Marshall” o la China) de donde debemos tomar ejemplo, cuyos sistemas educativos han sido modulados en todos los grados, desde los iniciales, hasta los últimos de secundaria, pues tienen como propósito esencial generarle calificación a sus estudiantes para el desempeño de los oficios demandados por la oferta de empleo, de los más simples a los más complejos, armonizando finalmente el proceso con la universidad, que como ciclo terminal, la complementa y especializa. El Tolima y en especial nuestra ciudad capital, que de tiempo atrás viene estando en los primeros lugares en las cifras de desempleo en Colombia y con un porcentaje de paro que no nos permite otear el futuro con optimismo, tiene mucho que hacer en este campo, si aspira de verdad a derrotar la gravedad del flagelo, aprovechando que el sector educativo está liderado hoy por la joven y calificada coterránea María Victoria Angulo.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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