Balance y corte de cuentas

Manuel José Álvarez Didyme

En verdad resulta preocupante para los ciudadanos, la calificación que un columnista de este diario le dio al balance y las cuentas que el burgomaestre local rindió recientemente a sus gobernados, como ”falaces, exagerados e imprecisos y solo para quedar bien en público”, añadiendo que uno y otras requieren ser verificados a través de una minucioso análisis que permita establecer lo verdaderamente logrado por la administración municipal y valorarlos en cuanto su real impacto en el desenvolvimiento de la ciudad, pues según él, todo lo dicho por Hurtado corresponde a lo hecho por quien lo precedió.
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No obstante, lo conturbadoras que dichas afirmaciones puedan llegar a ser, de la misma manera se presentan útiles y provechosas, en tanto en cuanto la confrontación de dos mediocres administraciones, -la anterior y la actual-, al disputarse la paternidad de las precarias, nimias e inconclusas ejecutoria que la ciudad debió haber visto superadas de tiempo atrás, sacan a la luz y permiten conocer, que ha sido del tan anunciado acueducto complementario; o de las piscinas olímpicas y las del parque deportivo; la terminación de los coliseos mayor, menor y el de gimnasia; del patinódromo y del complejo de raquetas; los estadios de fútbol y atletismo, y de otras varias obras así mismo destinadas a la práctica de la actividad física, junto con los tan cacareados 28 megacolegios públicos que “nada que arrancan a operar”; la habilitación de la unidad de salud mental del hospital del sur, y el “interminado” Panóptico, todo aunado a la solución del sistema estratégico de transporte público con el cual “se le dio un portazo”, sin justificación alguna, a la oferta que la empresa privada viene haciendo de un metro o un parque automotor movidos por electricidad, para reemplazar el contaminante e irracional “Diesel”, en el cual sospechosamente continúa insistiéndose.

Lo que permite concluir que “la vibrante administración” al igual que su predecesora, poco o casi nada pueden mostrar como hecho en favor del desarrollo económico y la gestión del empleo que de años atrás mantienen esta musical ciudad a la cabeza de las urbes afectadas por la pobreza y la falta de ocupación formal para sus habitantes, no obstante que en el discurso que una y otra pronunciaron en tiempos de sus preelectorales campañas, estos temas constituían “dizque” la prioritaria acción de sus futuros gobiernos, sindicando a sus antecesores de no haber hecho nada al respecto, evidenciando con ello que desde entonces su retórica careció de propósitos serios y claros para devolverle la perdida dinámica económica a unas gentes ya casi colonizadas por la abulia y la desesperanza.

Bástenos mirar el tráfico que sigue siendo un caos en razón del excedente de buses y carros de servicio público que han crecido exponencialmente y dan vueltas a la ciudad vacíos la mayor parte del tiempo, acompasados con motos que entorpecen con su mal  comportamiento el flujo normal de una ciudad escasa de vías tanto por su número como por la estrechez e irracionalidad de su diseño.

O el desorden que compite con cualquiera otra urbe, en cuanto al ruido y al desorden que por doquier se enseñorean por parte del ejército de ventas ambulantes que nos ha invadido, extensión de unas plazas de mercado otrora adecuadamente ubicadas, pero hoy situadas en “el lugar equivocado”, yugulando el crecimiento urbano.

Por lo demás, en materia de seguridad ciudadana los ejecutivos municipales de hoy y del cercano antaño también “se rajan”, pues la delincuencia y la violencia han crecido e incrementado sin pausa, haciendo que la aparente tranquilidad que caracterizaba a esta musical ciudad, esté perdida.

Un penoso cuadro que reclama con urgencia la mancomunada decisión de sus habitantes, que venga a suplir la “mala hora” que vive Ibagué por cuenta de sus gobernantes.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME DÔME.

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