Una Iglesia fiel a sus raíces

Santiago Martin

Saber leer entre líneas y situar el texto en el contexto es esencial para entender no sólo lo que pasa, sino por qué pasa lo que pasa y, por lo tanto, intuir de alguna manera qué es lo que puede pasar.

Vivimos, en la Iglesia y en el mundo, una época tan difícil como interesante. La confusión, de hecho, está siendo muy clarificadora.

Por eso no debe pasar desapercibida la presencia del secretario de Estado, cardenal Parolín, en el gran encuentro anual que Comunión y Liberación celebra en Rímini durante el verano. Ni tampoco debe pasar desapercibido el magnífico discurso que allí ha pronunciado.

Sinceramente, Parolín lo está haciendo muy bien en todo y su presencia con los “cielinos” -así los llaman en Italia- es una prueba de ello. “La Iglesia no es una sociedad humanitaria, porque si así fuera traicionaría su propia naturaleza y su propia misión. Nace del costado abierto de Cristo y está llamada a testimoniar la dignidad divina del amor que Dios tiene por el hombre”. Nada de todo esto, por supuesto, es ajeno a la enseñanza del Papa Francisco -al cual citó repetidamente en su alocución-, pero se inscribe de lleno en la más clásica tradición de la Iglesia. Como por ejemplo el elogio a la vida contemplativa que también hizo en su discurso o la afirmación, en una línea muy ratzingeriana, de que “el cristianismo tiene algo de irrenunciable que debe proponer a las democracias pluralistas”, sobre todo en momentos como el nuestro, en el cual se ha impuesto en Occidente una razón “ideológicamente cerrada” -son palabra del cardenal, que evocan la encíclica “Caritas in veritate” de Benedicto XVI-.

“En una hora como ésta -añadió Parolín-, en la cual la humanidad está atravesada por violencias, amenazas, miedos e injusticias, la Iglesia no puede renunciar a su estilo de vida y a un ejercicio crítico ante toda actitud social o política. El secretario de Estado terminó su ponencia insistiendo en que la Iglesia debe ser fiel a Cristo y a su Evangelio y de ahí sacar sus recursos para cumplir la misión de interactuar críticamente con toda la realidad.

No dejarse seducir por el espíritu del mundo, no dejarse diluir en lo políticamente correcto, no perder las raíces espirituales que brotan del Evangelio y ser críticos con esta sociedad narcisista y agnóstica. Nada de todo esto es ajeno a la enseñanza del Papa Francisco, al cual Parolín es absolutamente fiel, pero sin duda un admirador de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI lo habría firmado sin dudarlo.

El cardenal Parolín está construyendo puentes. Lo ha hecho en Venezuela y en Rusia. Esta vez ha sido ante los de Comunión y Liberación, que fueron el movimiento católico más influyente en el plano cultural e ideológico. No hay que olvidar que cardenales como Caffarra o Scola pertenecen a él. Por eso sus palabras en Rímini son no sólo brillantes sino muy interesantes.

Fundador Franciscanos de María misioneros del agradecimiento

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