El Vaticano apoya a España

Santiago Martin

Voy a tratar de nuevo, en este comentario semanal orientado a la actualidad de la Iglesia, del intento de independencia de una parte de España, Cataluña, del resto del país. Lo voy a hacer por dos motivos. El primero es que la actuación de la Policía, defendiendo la legalidad e incluso sus propias vidas, ha generado una respuesta de crítica a España en algunos sectores de la Iglesia. El segundo es el apoyo de El Vaticano a la unidad de España, que se ha producido además después de la actuación de la Policía.

Lo primero que hay que saber es que los independentistas llevan todo el tiempo buscando fotos. Son sus armas predilectas. Han buscado la foto del impávido mártir que frena al tanque con su sola presencia, tipo Tiananmen (se atribuye a Puigdemont, el presidente de la Generalidad catalana y principal promotor de la independencia, la frase: “Si entran los tanques hemos ganado”). A cambio sólo han logrado la foto de la abuelita agredida por la policía, que ha herido mucho a los espíritus sensibles del mundo, esos que piensan que un Estado debe afrontar problemas tan graves como la sedición de una parte de su territorio lanzando claveles sobre la gente. Estos “espíritus sensibles” no se han planteado por qué estaba allí la abuelita, en primera línea, sabiendo lo que podía pasar. Lo mismo que no se han planteado por qué han estado utilizando los independentistas a niños y ancianos como “escudos humanos”, al más puro estilo de los terroristas musulmanes.

A los que no ha engañado la foto han sido a las autoridades vaticanas. Tanto el Santo Padre como el secretario de Estado, han rechazado la independencia de Cataluña y cualquier vía de diálogo que no implique respeto a la Constitución. Del mismo modo ha reaccionado el cardenal de Barcelona ante la oferta envenenada de que se convirtiera en mediador. Es lo que lleva diciendo el Gobierno desde el principio: renuncien a la independencia y hablamos. El diálogo no lo ha roto la autoridad legítima de España, sino los que han puesto a las ancianas y a los niños al alcance de las unidades antidisturbios porque no les importaban ni siquiera sus abuelos y sus hijos, sino que les importaba la foto.

Por eso es más importante aún el rechazo del Vaticano a la independencia, pues se produce en plena oleada de criminalización de las fuerzas del orden público españolas, que han hecho el mínimo daño posible a aquellos que buscaban que les hicieran mucho más, y que han tenido que aguantar no sólo todo tipo de humillaciones sino también ataques físicos -hay más heridos entre la Policía que entre la gente-. La Iglesia no se ha dejado engañar, lo que no significa que haya bendecido una barra libre para el uso de la violencia. Las medidas tienen que seguir siendo proporcionadas y el Gobierno español está haciendo el máximo posible para que así sea, a riesgo de perder popularidad en el conjunto de España, que quisiera una intervención más rápida y más enérgica. Pero pensar que, ante la demagogia y el anarquismo hay que responder sólo con buenas palabras es dar la batalla por perdida. Repito lo que dije la semana pasada: si en un atraco a un banco hay heridos, los culpables no son los policías, sino los atracadores que estaban usando a empleados y clientes como rehenes y que rechazaban todo tipo de mediación. No se puede dialogar con los terroristas. Esa lección la hemos aprendido los españoles después de años de luchar contra ETA. Se dialoga con los que respetan la ley. Lo otro es un chantaje, aunque lo hagan las abuelitas delante de los fotógrafos.

Sigamos rezando por la paz, sin caer en la trampa de los delincuentes.

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