Ibagué votó por la renovación

Edwin Andrés Martínez Casas

Las elecciones del 25 de octubre en Ibagué han dejado como ganador al médico Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez, exsecretario de Salud y de Gobierno de Gustavo Petro en Bogotá.

Con 63.575 votos a su favor, que representan el 30.72% del total, se alzó con la victoria por encima del candidato Ricardo Ferro, quien obtuvo 51.325, es decir el 24.80%. Mucho más abajo quedó el candidato que representaba la continuidad de la actual administración, Jhon Ésper Toledo, con 31.584 (15.26%); por su parte, el exalcalde Rubén Darío Rodríguez obtuvo 26.365 (12.74%), Emanuel Arango 13.890 (6.71%) y cierra la lista Pompilio Avendaño con 9.031 (4.36%).

El triunfo de Jaramillo, por encima de maquinarias políticas tradicionales, parece abrir el espacio para una nueva época en la vida política de la ciudad, caracterizada por el avance del voto de opinión, del voto libre, al estilo de lo que ha ocurrido en los últimos años en ciudades como Bogotá y Medellín, donde los ciudadanos, cansados de la corrupción, la ineficiencia y la politiquería tradicional, le han dado espacio a dirigentes no tan identificados con estructuras clientelistas o grandes aparatos partidarios, sino a personajes que han emergido de la academia, sectores empresariales relativamente distantes de la política electoral, entre otros.

El pobre desempeño electoral del candidato Jhon Ésper Toledo, que fue identificado por diversos sectores de la ciudad como el representante de la continuidad de la actual administración del alcalde Luis H. Rodríguez, por haber sido secretario de despacho, refleja sin duda un “voto castigo”.

Los síntomas de ineficiencia de la actual administración municipal, la sensación de fracaso en la organización de los Juegos Nacionales, entre otros factores, han afectado de forma grave e irreversible la favorabilidad ciudadana hacia el alcalde actual; el candidato Toledo, se vio arrastrado por esta imagen desfavorable del alcalde Luis H. y la ciudadanía envío un mensaje de sanción social.

Además de centrar su discurso en la lucha contra la corrupción, que le permitió sumar apoyos de jóvenes y desencantados de la política, el alcalde electo logró aglutinar también el sentir de la ciudadanía ibaguereña que se ha manifestado en contra de la megaminería a cielo abierto, en especial, contra el proyecto minero de La Colosa.

Recordemos que el movimiento ambiental ha logrado convocar en los últimos años una marcha carnaval, con una asistencia masiva de jóvenes, mujeres, estudiantes, profesionales y muchos sectores sociales, convirtiéndose en el espacio cívico-social más importante de los últimos años en Ibagué.

En sus discursos de campaña, así como en las palabras posteriores al reconocimiento de su triunfo, insistió en que uno de sus primeros actos de gobierno será la convocatoria a una consulta popular para que los ibaguereños decidan si están de acuerdo o no con el proyecto minero.

A lo anterior, se suman sus propuestas en materia de salud, educación y en general en política social, aspecto que será uno de los ejes de su mandato. Finalmente, tanto en su programa como en su discurso hizo énfasis en el fortalecimiento de la cultura ciudadana y la recuperación de la confianza de la ciudadanía.

Sin duda, el reto del nuevo alcalde es enorme, pues la pérdida de credibilidad en las instituciones municipales ha sido la constante en los últimos años. La desconexión entre el gobierno municipal y la ciudadanía debe superarse si se quiere reconstruir la confianza.

Urge apostarle a una participación ciudadana real, activa y efectiva; por ello, la convocatoria a la consulta sobre el tema de La Colosa es un buen punto de partida para que la nueva administración discuta directamente con los ibaguereños sobre los asuntos estratégicos de la Ciudad Musical.

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