Glosas sobre la Crisis de la Universidad del Tolima

Edwin Andrés Martínez Casas

El pasado primero de marzo, la editorial de El Nuevo Día titulada “La crisis de la Universidad del Tolima”, realizó un interesante diagnóstico de la situación en la Universidad del Tolima. Con un grupo de profesores, estudiantes y egresados, a pesar de ser una minoría en cuanto a las expresiones que se presentan al interior de la Universidad, venimos insistiendo en caracterizar la crisis de la Universidad del Tolima con argumentos similares a los que expone la editorial mencionada.

Para el oportunismo de izquierda, los términos “neoliberalismo” y “privatización” se han convertido en los caballos de batalla para justificar lo que ha sucedido al interior de la alma máter, cuando en realidad, el uso a destajo de estos términos oculta los inconfesables motivos por los cuales estos sectores han justificado el apoyo a la actual administración de la Universidad, así como a las anteriores que también son responsables de la crisis.

Si bien es cierto que en los últimos años se ha debilitado el compromiso de los sucesivos gobiernos nacionales con una adecuada financiación de la educación superior, y que la Universidad del Tolima es la institución de educación superior pública que menos recursos per cápita recibe dentro del Sistema Universitario Estatal gracias a las asimetrías y desigualdades en la asignación de recursos derivada de la Ley 30 de 1992, esto no puede explicar el desgreño administrativo, el desprecio por lo público y en última instancia el abandono de la misión y los principios universitarios que ha caracterizado las últimas rectorías, con el apoyo, en unos casos, o el silencio cómplice en otros, de sectores que se autodenominan de izquierda.

Estos rectores que han sido publicitados como “progresistas”, “democráticos” o “de izquierda”, son los mismos que han entregado la Universidad a la red clientelar y politiquera de la región, expresada en las cuotas que tienen varios senadores y representantes a la cámara, quienes ven a la UT como un botín más.

Entre tanto, los sectores estudiantiles más radicales –radicales en el sentido perverso de la palabra ligada al uso de la violencia y no en cuanto al planteamiento de argumentos fuertes y contundentes que ataquen la raíz de los problemas que aquejan a la Universidad- han participado también de la repartija de cuotas y prebendas, sin mayor consideración por el interés público, al igual que un sector del profesorado quienes de manera especial han sido favorecidos con viajes, comisiones, sobrecargas y descargas que desdicen de su compromiso con la institución.

Estos mismos sectores son los que sistemáticamente se han opuesto a cualquier reforma profunda, a la eliminación de cargos ociosos o inútiles y al cambio no solo del rector actual sino en especial a la manera como se ha gobernado la Universidad en los últimos años.

Los intereses corporativos y los de la clase política de la región han despedazado el papel de la Universidad en el contexto regional, han desdibujado el propósito de la institución y la han llevado a transitar un camino contrario al cumplimiento de la función social de la educación superior en un departamento como el Tolima, que requiere con urgencia profundas transformaciones económicas, políticas, sociales, ambientales y tecnológicas para salir de su atraso.

Comentarios