¿Cómo rescatar a Avianca?

Mauricio Cabrera Galvis

Ante el anuncio del gobierno de que otorgará un crédito a Avianca hasta por USD 370 millones, se ha generado una enorme controversia en la que creo que se deben diferenciar cuatro preguntas: ¿Por qué se debe rescatar a Avianca? ¿Por qué un crédito y no una capitalización? ¿Por qué no se hace lo mismo con otras empresas?, y ¿cuáles son los términos y condiciones del crédito?
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Mi opinión sobre las dos primeras preguntas la escribí hace cuatro meses en varios medios. Decía, y sigo creyendo, que había que evitar la quiebra y desaparición de Avianca y las demás aerolíneas que facilitan la movilidad en este país con montañas y túneles unidireccionales, pero sin tren. Decía también que lo que había que rescatar era a la empresa y sus puestos de trabajo y no a sus dueños, y que la forma para hacerlo era capitalizándola y diluyendo a sus actuales accionistas, por supuesto dándoles la posibilidad de que recompren sus acciones.

En lo que respecta al apoyo oficial a otras empresas, no solo aerolíneas sino empresas estratégicas de todos los sectores, considero que es una responsabilidad que el gobierno tiene que asumir, aún usando créditos del Banco de la República como lo ha propuesto el presidente de la Andi. Más aún, al apoyar a Avianca el gobierno tiene la obligación de hacerlo con las demás para mostrar que no hay privilegios en el uso de los recursos públicos.

Dado que el gobierno optó por la modalidad del crédito y no de la capitalización, es indispensable que los términos y condiciones del mismo, sean muy bien definidos para evitar que haya subsidios injustificados y, sobre todo, que se pierdan los recursos. Unas cuantas sugestiones para ese propósito.

Lo primero que debería exigir el gobierno es que Avianca vuelva a tener domicilio fiscal en Colombia. Es aceptable que sus propietarios sean extranjeros, pero no que se entreguen dineros del Estado colombiano a una empresa panameña, ni siquiera con el pretexto de que pagan muchos impuestos en Colombia, porque esos impuestos los pagan los usuarios y no la empresa.

En segundo lugar, está el tema del control de la empresa. Es práctica usual que cuando una empresa ha perdido buena parte de su patrimonio, los prestamistas se convierten en sus verdaderos dueños y toman asiento en la junta directiva para controlar el uso de los recursos aportados. También es usual que se exija a los dueños la pignoración de las acciones, como lo tuvo que hacer el señor Efromovich para recibir el préstamo de United Airlines. El gobierno colombiano no puede exigir menos.

Finalmente, las garantías. Suponiendo que se ofrece una excelente garantía real, hay una pregunta crucial, ¿Qué garantía hay de que se respeten esas garantías? (y valga la redundancia). La pregunta es relevante porque en el actual proceso de reestructuración, a los tenedores de bonos que tenían garantías reales, se las están quitando y convirtiendo su deuda en subordinada si no aceptan condonar el 80%.

Se ha dicho que el crédito del gobierno es privilegiado y tiene prelación sobre las deudas antiguas de Avianca. Es cierto, pero ¿cómo prevenir que si se vuelve a complicar la situación de la empresa y se hace necesaria otra reestructuración, ese crédito no pierda las garantías que hoy le ofrecen, y lo conviertan en deuda subordinada, o tenga que condonar una parte?

MAURICIO CABRERA

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