La crisis financiera de Europa

El mundo se debate ante la posibilidad de una nueva crisis financiera que amenaza con recesión a las economías del mundo desarrollado. Esta vez el nubarrón viene de Grecia, país que pretendió vivir más allá de sus posibilidades económicas y hoy no tiene como pagar su deuda.

La tasa de interés requerida para los bonos griegos está por el 55 por ciento, lo cual refleja la desconfianza en esa economía. A pesar de que ese país representa apenas el dos por ciento del PIB de la unión europea, un incumplimiento de pagos de Grecia podría poner al borde del colapso a importantes bancos europeos que tienen deuda griega en sus balances.

Es por eso que, no obstante la incomodidad de los alemanes, la única solución es un rescate por parte del banco central europeo y que Grecia cumpla con el plan de ajustes fiscales. Ojala se actué rápido y no ocurra nada con Italia y España; esos países son demasiado grandes para caer, pero al mismo tiempo demasiado grandes para ser rescatados.

Contrario a lo que ocurre con el mundo desarrollado, los países emergentes estamos haciendo la tarea bien. Mientras la irresponsabilidad fiscal de los europeos o la ambición insana de los banqueros norteamericanos le exportan crisis al mundo, en los países emergentes surge prodigiosamente una clase media que evita la recesión o quizá la depresión global.

En la China, por ejemplo, la clase media paso de ser el 15 por ciento del total de la población en 1990 a ser el 62 por ciento en el 2005 y en el mundo paso del 33 al 57 por ciento. Estas cifras no solo representan un gran motor de consumo en la economía global, sino que tienen la gran virtud de sacar a millones de la pobreza, pues en buena medida el crecimiento vine de allí.

En Colombia hemos avanzado significativamente en el camino correcto. En el gobierno de Uribe la pobreza (en su medición multidimensional) se redujo un 18.1 por ciento, lo cual significó que seis millones de personas salieran de ella.

Esa es la vía para protegernos de las crisis que se originan en el mundo desarrollado. La lucha efectiva contra este flagelo y la promoción del crecimiento de la clase media generan mercados internos fuertes que producen el tan deseado “desacoplamiento”, el cual nos protege del contagio de crisis externas. En ese sentido es que se deben orientar las políticas públicas, gastando el presupuesto de manera inteligente para obtener los resultados deseados.

Infortunadamente, parece que estamos extraviando el camino, pues esos 60 billones que vamos a repartir entre las víctimas (y quien sabe cuántos colados) tendrían un mayor impacto si se utilizaran en políticas públicas para derrotar la pobreza. Así mismo, es imperativa una revisión del régimen pensional. Son ese tipo de excesos fiscales los que han ocasionado crisis como la de Grecia.

Credito
FRANCISCO JOSÉ MEJÍA

Comentarios