El año que se va

Este año 2011 será recordado en la historia como un hito de la libertad por la primavera árabe, donde la autoinmolación de un humilde vendedor callejero desato la ira de unas multitudes que ya no soportaban más el yugo de dictaduras inveteradas.

Ya veremos en el 2012 hacia donde se cayeron esas dictaduras y si los valores democráticos que inspiraron a los inconformes serán los que van a gobernar.

En el plano económico, Europa amenaza con la estabilidad económica mundial por la irresponsabilidad fiscal de algunos países miembros de la unión que han querido gastar más allá de sus posibilidades, y por los incentivos (en términos de requerimientos de capital) que el tratado de Basilea le da a los bancos para tener en sus balances altos niveles de deuda pública.


El péndulo político se empieza a alejar de la izquierda quien es la que prescribe las dosis letales de estado benefactor fiscalmente irresponsable, así quedo demostrado con el triunfo de Rajoy en España. Los europeos corrigen el rumbo y esa es una razón para estar optimistas hacia el futuro.


En el plano nacional podemos decir que el gobierno Santos destapó sus cartas y dejó claro que en la unidad nacional todos están bienvenidos menos aquellas ideas Uribistas que lo llevaron al poder.


Unos operativos exitosos contra las FARC, producto de la inercia de ocho años de seguridad democrática, han contribuido a la buena imagen del gobierno, pero esta se empieza a resquebrajar hacia finales del año porque el pueblo empieza a reclamar resultados en vez de anuncios, especialmente en lo que tiene que ver con la crisis invernal, porque la unidad nacional solo ha servido para crecer burocráticamente al Estado y acaso también porque se empieza a percibir el engaño de que fuimos objeto los sufragantes.


En Bogotá eligieron a un alcalde que por su pasado en la guerrilla y su amistad con Chávez, no trae buenos presagios en cuanto a la solución de los problemas de la capital y más bien nos anuncia que utilizara su cargo para proyectar esa corriente pseudodemocrática y nociva que hoy gobierna a Venezuela, a Ecuador y a otros países de la región.


En nuestro departamento elegimos a un gobernador que promete una agenda social necesaria pero que aún debe demostrar que tiene la capacidad de liderar la transformación económica de nuestra región en el marco del TLC, que puede ejecutar su programa de gobierno en medio de las limitaciones fiscales que impone la nueva ley de regalías y que entiende su rol en materia de seguridad en la Colombia de hoy.


Así mismo elegimos a un alcalde en el cual están puestas todas las esperanzas para solucionar el problema del agua, y en esa contienda por la alcaldía, su contendor político, el doctor Ferro, se perfila como un líder promisorio en la política Tolimense.   


También fue un año donde tristemente quedó en evidencia la mediocridad de nuestra clase política. Así quedó demostrado con el espectáculo vergonzoso que ha dado el coordinador de Cambio Radical al instrumentalizar, de manera pública y sin pudor, la  oposición política como un medio de chantaje burocrático al gobernador electo. Siempre vendrán tiempos mejores, y los mejores habrán sido los que ya pasaron.

Credito
FRANCISCO JOSÉ MEJÍA

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