Bienvenido al Tolima presidente Uribe

En sus “memorias de ultratumba”, relata Chateaubriand una visita que le hizo a George Washington en su granja de Pensilvania.

El poeta quedó maravillado con la sencillez de Washington, quien se dedicaba a las labores del campo como cualquier granjero. Pero luego de su conversación, constató que había estado con un gigante de la historia, tanto que en un paralelo que hizo con Napoleón, consideró que este se desvanecía, en estatura histórica, frente al gran padre de la nación americana, pues su causa había sido la de la libertad y no la del sometimiento.

Washington pudo contemplar desde su retiro la consolidación de su obra libertaria y la continuación de la democracia que fundó. Pero sin duda, hubiera cambiado el arado nuevamente por la espada si hubiera visto en peligro su legado. Así como está ocurriendo con el presidente Álvaro Uribe, a quien el pueblo colombiano lo ha obligado a regresar a la arena política para conjurar los peligros que se ciernen sobre la democracia que él restauró. 

Su destino se parece más al de De Gaulle quien, atendiendo el llamado de su pueblo, tuvo que interrumpir su merecido retiro de años, para fundar la V República que salvó a la nación Francesa del caos. Y es que, como lo ha dicho Uribe, las grandes causas están atadas al ciclo vital de los líderes, y no a un periodo constitucional.

La causa de Uribe, como la de Washington, también es la de la libertad, que surge de la justicia y la seguridad, y se refuerza cuando se construye una sociedad incluyente. Pero esa libertad se encuentra en riesgo por el mal gobierno de Santos, y por su idea de elevar a los terroristas de las Farc a la misma condición del Estado. De esta mezcla explosiva se deriva la creciente protesta social, cada vez más inclinada hacia las vías de hecho, y el resurgimiento de la violencia. Cada vez se va creando más un clima propicio para el advenimiento de las cadenas castrochavistas. 

Y mientras Colombia sufre abatida por las tempestades, como un barco a la deriva, las cúpulas políticas de la unidad nacional se aferran al festín del presupuesto, como la banda de músicos del Titanic, que sigue tocando con el agua a la cintura.

La solución está en la construcción del Centro Democrático, que bajo el liderazgo de Uribe, será el gran movimiento político que corrija el rumbo de la Nación. Estamos ante una coyuntura histórica que definirá el futuro de la patria; lo que está en juego es la democracia. El reto es hacer un partido con la suficiente cohesión ideológica para lograr trascender el ciclo vital de su líder. 

Por eso los ibaguereños acudirán hoy al restaurante El 8, a las 3 de la tarde, pero también lo harán para rendir un tributo de gratitud al presidente Uribe.

Fue el quien nos dejó el Túnel de la Línea, la doble calzada, las coberturas sociales de familias en acción, del adulto mayor y de familias guardabosques, y esa colosal inversión que significó el plan de consolidación del sur del Tolima que ejecuto con el exgobernador Óscar Barreto.

El Centro Democrático tiene la gran responsabilidad histórica de devolverles a los ciudadanos la confianza en el Congreso de la República, y constituirse en un partido que refleje los valores uribistas. 

Si llevamos esos valores al congreso, y luego a las alcaldías, a la gobernación, a los concejos y la asamblea, podremos tener el Tolima que todos queremos: en paz, trabajando y derrotando la pobreza.

Decía Lleras Camargo que Clemeceau, el gran patriota Francés, parecía un hombre parado en la puerta de su casa defendiendo un país que estaba dentro. Pues a todos aquellos que quieren rendir nuestra democracia al Castro chavismo, le decimos que no lo lograran, porque ahí esta Álvaro Uribe, parado en la puerta de la casa colombiana.  

Credito
FRANCISCO MEJÍA

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