Empresa privada y progreso social

Francisco José Mejía

En Colombia la clase política defiende todo tipo de intereses, algunos de ellos legítimos y otros no. Lo que brilla por su ausencia es la defensa del sector privado y de la competitividad, excepción hecha del expresidente Uribe y su bancada. De hecho, se nota un sesgo anti empresarial aun dentro de miembros de los partidos tradicionales y en diversos ámbitos de la sociedad: Las mayorías parlamentarias acuden dóciles a aprobar tributos que afectan la competitividad, aprueban leyes vía fast track redactadas en Cuba por Iván Márquez que ponen en riesgo la propiedad privada y la producción agraria, por la vía de las consultas populares se está creando un ambiente de inestabilidad jurídica a la inversión que tiene a muchas empresas empacando maletas, y uno oye frases preocupantes como la que me dijo el senador Benedetti en un debate: “el capitalismo fracasó”.

Sin capitalismo no es posible la democracia por dos razones: una razón política que se apoya en el hecho de que si no hay libertades económicas, que solo otorga la propiedad privada, tampoco las habrá políticas; una sociedad cuyo sustento depende del Estado jamás podrá ser libre para elegir. Y la otra es una razón económica básica consistente en que en medio de la pobreza no puede existir la democracia y solo el capitalismo genera esa riqueza. Es entendible que la extrema izquierda ataque al capitalismo porque al final ellos no son demócratas, lo que es preocupante es que los que dicen ser demócratas hagan lo mismo. Es una gran contradicción!!

Es evidente que hay un gran desconocimiento de la conexión entre sector privado y progreso social. Parece que es difícil para muchos comprender que los recursos para la inversión social provienen de los tributos de la empresa privada, que las gallinas que ponen los huevos de oro en una sociedad son los empresarios, y que cuando a estas gallinas se las mata, como hizo Hugo Chávez, no queda sino miseria para repartir. Para entender el rol del capital privado en el bienestar de la sociedad basta recordar que las formas modernas de organización capitalista ocurrieron en Inglaterra en los albores de la revolución industrial, en ese momento el 90% de los europeos tenían un ingreso percápita menor a 1.9 dólares diarios de hoy, lo que es considerado por el banco mundial como la línea de pobreza absoluta, es decir, Europa era algo parecido a lo que hoy es Haití, hasta que el capitalismo la transformó.

Si Colombia no elige en 2018 un presidente que proteja el capital privado, que genere confianza inversionista a través de estabilidad jurídica y bajos impuestos, y no elige un congreso que defienda políticamente la propiedad privada y la competitividad, la pobreza que ese error generaría serviría de combustible para avivar las tesis anticapitalistas de las Farc y sus aliados cuando paradójicamente el problema sería la falta de más empresas privadas; si esto ocurre, el país entraría en un espiral de pobreza y destrucción de la democracia como Venezuela.

Es muy triste que en otras la latitudes la agenda política verse sobre el avance de la cuarta revolución industrial, mientras en Colombia, por cuenta del proceso de paz y la mediocridad de nuestros políticos, nos toque, para salvar nuestra democracia, poner en la agenda política la defensa de la propiedad privada y las libertades económicas que fue lo que hizo posible la primera revolución hace 260 años.  

Comentarios