Mensaje para los electores de Petro

Francisco José Mejía

Michael Bloomberg pronunció un discurso magistral para los graduandos de Rice University donde decía que “la mayor amenaza para la democracia norteamericana no es ni el comunismo ni el yihadismo, sino la tolerancia de los ciudadanos a la deshonestidad” y que “la única cosa más peligrosa que los políticos deshonestos, es el coro de validadores que les defiende cada mentira”. Estas frases las pronunció en el contexto de su argumento central, cual era lo polarizada y radicalizada que se había tornado la política gringa, y los peligros que este estado de cosas representaba para la estabilidad democrática, donde los ciudadanos toleraban la deshonestidad en la forma de mentiras flagrantes de sus líderes, si eso servía a su causa partidista o ideológica.

Ese discurso completo hubiera podido pronunciarse en cualquier universidad colombiana y hubiera representado nuestra realidad política. Una prueba de la radicalización o del “comportamiento de tribu” en las pasadas elecciones fue la tolerancia del electorado de Petro a su cambio extremo de posturas entre la primera y la segunda vuelta; era evidente que alguno de los dos era falso, pero eso no importaba, porque lo que contaba era ganar y evitar que la otra opción que percibían como catastrófica ganara.

El presidente Duque está determinado a pasar la página de la polarización y ha dicho que quiere unir a los colombianos aún en medio de las diferencias. Dios quiera que pueda lograrlo porque de ello depende la estabilidad democrática y el progreso de Colombia. Pero eso no solo depende de que él haga un buen gobierno y de que tenga el liderazgo y el carisma para lograrlo, eso también depende de que los ciudadanos que votaron por Petro, aunque con escepticismo, estén dispuestos a reconocer lo bueno que se haga, por encima de la tentación del ser humano de probar que tiene la razón, en este caso de que sus prejuicios contra Duque eran correctos.

Para poner un ejemplo en uno de los temas: Si Duque nombra un equipo de gobierno con las más altas calidades técnicas y éticas sin ninguna influencia de la clase política, si elimina la mermelada en su relación con el congreso y si obtiene victorias tempranas en su lucha contra la corrupción, usted, elector Petrista, que no voto por Duque porque supuestamente representaba la corrupción, está dispuesto a reconocer que Duque es honesto y quiere combatir a los corruptos? o seguirá el llamado a la resistencia de aquellos líderes que contra toda evidencia insistirán en que Duque es corrupto porque necesitan de la demonización del contrario para mantener vivas sus posibilidades de poder?

Ojalá la respuesta de cada uno de los ciudadanos que votó por Petro sea que están dispuestos a reconocer que Duque es un hombre honesto. Pero esto depende de la capacidad que tengan de quitarse el lente ideológico que hace ver a la sociedad dividida entre derecha e izquierda, o entre amigos y enemigos de la paz, o entre honestos y corruptos o entre los que cuidan el agua y los que quieren acabar con el medio ambiente, o tantas otras divisiones artificiales que se inventan los populistas para galvanizar sus huestes.

Tolerar la mentira del político si eso se percibe que contribuye a avanzar la causa, es una cara de la moneda cuyo reverso es el de no reconocer los aciertos y logros del contrario.

No le estoy haciendo un llamado a los electores de Petro a que se vuelvan Duquistas, solo les pido que lo juzguen objetivamente, como debemos hacerlo también quienes votamos por él. Tanto validar un mal gobierno, como seguir aferrados a consignas políticas de campaña cuando la evidencia muestra lo contrario, es un acto de deshonestidad del ciudadano y una forma de corrupción que no nos dejara avanzar como país.

Todos queremos derrotar la pobreza, todos queremos la paz, todos queremos que mejoren la educación y la salud, todos queremos que haya más seguridad y que se combata la corrupción, atendamos el llamado del presidente Duque para unirnos en el logro de estos propósitos, si somos capaces, tendremos país con menos ideología, pero con más resultados. 

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