¿Y si el Bolillazo hubiera sido contra una lechuza?

El lunes pasado amanecimos con la mala noticia de que el Director Técnico de la Selección Colombia, de la tricolor, de la que todos llevamos en el corazón, en un momento, no sabemos si de locura o de ejercicio habitual de sus costumbres, agredió públicamente a una mujer.

No es normal que una persona decente y respetuosa de las reglas de convivencia social golpee a una mujer, así se esté escudando en que se pasó de tragos. Mucho menos lo es, cuando se trata de una figura reconocida, que se encuentra en un establecimiento público. Allí hay una altísima dosis de machismo, rutina, irrespeto, intolerancia y desprecio por el género femenino.

No me cabe la menor duda: ese ciudadano no merecía dirigir los destinos de uno de los más queridos emblemas de nuestro país. Por fortuna, a las voces de movimientos feministas, de la Bancada de Mujeres del Congreso y de las redes sociales, se unió la del patrocinador del equipo, quien sí logró presionar a la Federación, lo que desencadenó en la renuncia del agresor. Ojalá este organismo acepte dicha dimisión.

Pero lo que hace más grave el episodio es la pobre reacción que mereció el insuceso en reconocidas voces femeninas del deporte colombiano y del Congreso de la República. Qué vergüenza para el género humano que a las señoritas presentadoras del Canal RCN este acto no les haya parecido tan denigrante y doloroso, como sí lo fue para ellas la patada que un momento, por demás, infortunado, un jugador de futbol le diera a una lechuza en el estadio de Barranquilla.

Para Andrea Guerrero, lo de la agresión del Bolillo a una mujer es “un hecho para olvidar”, dijo no querer “emitir juicios de valor” y prefirió dejar eso a los enemigos del Técnico, quienes ya tenían “de qué hablar”. Sin embargo, meses atrás, a raíz de la agresión al ave dijo, entre otras cosas: “La lechuza es extrafutbolística, es decir, es como pegarle a un hincha. ¿Cuándo aprenderemos a respetar a los animales como a las personas?” “¡Espero que la Dimayor se manifieste con la patada de Moreno a la lechuza! En un país con tanta intolerancia no podemos admitirlo.”, agregó. Me pregunto: ¿Será que para ella se debe respetar a los animales como se respeta a los hombres? (porque cuando irrespetaron a una mujer prefirió callar), y que los juicios de valor que en el primer caso deja en manos de los “enemigos” de Gómez, en el segundo ¿sí merecen ser hechos por la autoridad competente?

Por su parte, Liliana Salazar defendió al agresor y lo calificó como “un caballero”, pero días antes se había rasgado las vestiduras por la muerte de la lechuza y clamó justicia.

Por los lados del Congreso, la senadora Liliana Rendón, por fortuna la única de ese organismo que menospreció la gravedad del hecho, considera que las mujeres somos muy cansonas y nos merecemos eso y más.

Pobre es la participación de la mujer en los cargos de elección popular y en los medios de información dedicados al deporte, pero a la larga mejor, porque con esa clase de amigas, ¿para qué enemigas?


(*)Directora Ejecutiva ADT

Credito
MARCELA MEÑACA SABOGAL (*)

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