De ciudades y alcaldes inteligentes

En reciente encuentro iberoamericano de Ciudades Digitales celebrado en Bilbao, se analizó un nuevo concepto relativo a las ciudades y sus mandatarios.

En un mundo en que el 89 por ciento de la población utiliza un teléfono celular, se envía 163 millones de correos electrónicos por día, los mensajes de texto llegan a seis mil 100 billones al día y el ciudadano demanda cada vez más información y es más exigente, las ciudades deben ofrecer su espacio y sus servicios de manera eficiente, facilitando mediante la tecnología, el acceso a un entorno más amigable en el que los habitantes puedan desarrollar su proyecto de vida y contar con unos gobiernos locales que hagan propuestas de valor que involucren la seguridad, la comunicación, el flujo de datos, la capacitación como forma de crear tejido social y el mejoramiento del nivel de vida.

Pero ¿cómo conjugar la buena prestación de servicios a la población y la inclusión de mayor número de personas, con la inmediatez, la rapidez y la alocada velocidad con que se vive ahora en las urbes? Para el año 2050, más del 70 por ciento de la población mundial habitará en las ciudades. ¿Qué hacer para mantener la armonía entre lo social, lo ambiental, lo espacial y la convivencia? El tamaño de las ciudades, cuya densidad aumenta cada día más, dado entre otras cosas por el atractivo que lo urbano ejerce sobre la población rural, nos conmina a usar la tecnología en todos los aspectos de la vida cotidiana si queremos tener ciudades amables e inteligentes.

Una ciudad inteligente es aquella que hace uso de los avances tecnológicos para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, es aquella que es capaz de hacer muchas más cosas, para más personas, con muchos menos recursos, es aquella que es capaz de ofrecer su espacio para el desarrollo de liderazgos y de engendrar el cambio social. Y es ahí donde aparece el gran protagonista de la Ciudad Inteligente. No puede haber ciudades inteligentes si no se cuenta con alcaldes inteligentes. Las ciudades son transformadas por los mandatarios locales, los demás acompañamos el proceso.

Una ciudad no será inteligente si su alcalde no aprovecha los avances tecnológicos en pro de su comunidad y de la administración eficiente. En el pasado las obras civiles solucionaban los problemas de las ciudades, hoy es la tecnología digital la que debe dotar de mayor eficiencia a la infraestructura. Un mandatario de Ciudad Inteligente debe conocer en tiempo real de lo que ocurre en su ciudad, interpretar los datos y dar el mejor servicio a los ciudadanos. Se debe contar con sensores que midan parámetros tales como el estado del tráfico, contaminación, concentración de personas y el volumen y las características de las quejas.

Aunque parezca de ciencia ficción, el escritorio del alcalde de una Ciudad Inteligente es un tablero digital desde el cual él, personalmente, comanda la ciudad en tiempo real.

(*) Directora Ejecutiva ADT

Credito
MARCELA MEÑACA SABOGAL (*)

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