Entre la consciencia social y el desafío económico

Miguel Ángel Barreto

Una prometedora noticia se conoció esta semana que se replicó en los titulares de la prensa mundial. El anuncio de la empresa estadounidense Moderna de avanzar con éxito en la primera fase de una vacuna experimental probada en seres humanos contra el Covid-19 resultó muy esperanzadora. Sin embargo, tal desarrollo científico, de superar las fases II y III de experimentación solo estaría disponible a finales de este año y sería distribuida en el primer trimestre de 2021.
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En la otra orilla, otra información resultó preocupante, pues el Banco Mundial dejó claro que la crisis por efecto de la pandemia dejará a 60 millones de personas en la pobreza extrema y que el desplome de la economía global será del cinco por ciento. Para el caso de nuestro país, la caída, según proyecciones del FMI, está en un rango entre el 2,5% y 3%.

Entre lo dulce y lo amargo de esta realidad, el presidente Iván Duque anunció que dada la curva de crecimiento del coronavirus y con base en las recomendaciones del grupo de expertos en epidemiología de la Presidencia, el aislamiento obligatorio se extenderá hasta el 31 de mayo y la emergencia sanitaria irá hasta el próximo 31 de agosto.

Esto tiene varias lecturas: Primero, que el Gobierno seguirá usando sus facultades constitucionales para atender el componente sanitario y de salud hasta el séptimo mes del año, el cual está priorizado y rige sobre los demás factores de la emergencia. El cálculo dice que el pico se presentaría en las últimas dos semanas de julio, y de ser controlado, el Gobierno debe dejar listas todas las medidas para el resto del año y comenzar a proyectar las del siguiente en materia de salud pública y comenzar a generar directrices en la política económica.

Segundo, entre el primero de junio y hasta el 31 de julio, los alcaldes y gobernadores, tendrán que dar apertura a más espacios de ocupación laboral y ejecutar mediante resoluciones y en concertación con los actores locales las medidas de bioseguridad para abrir gradualmente la economía regional y en lo posible garantizar una acertada etapa de regreso a la vida productiva en coordinación con el Ejecutivo.

La responsabilidad de los entes territoriales es mayúscula, pues en esta fase se requiere una importante dosis de gobernabilidad, inclusión y control ciudadano. En los dos últimos meses los colombianos se acostumbraron al uso del tapabocas y el lavado de manos, pero el distanciamiento social sigue siendo una enorme dificultad. Mientras no exista una vacuna o un medicamento contra el coronavirus hay que mantener la distancia mínima entre 1 y 2 metros entre seres humanos, eso es indiscutible a juicio de los expertos.

De una rigurosa disciplina y conciencia social dependerá que no retornemos a estados de confinamiento largos y que son insostenibles para cualquier economía. En estos dos meses de cuarentena, los gremios calculan que se congelaron más de 1,6 millones de empleos en Colombia.

No hay duda, que entre el notable avance que parece haber ingresado la ciencia y el catastrófico escenario de los organismos multilaterales se moverán todas las expectativas de reactivación el resto del año y del primer semestre del próximo año.

Como Nación el desafío apenas se desvela y es hora de comenzar a valorar la capacidad presupuestal, la renegociación de la deuda externa o un nuevo cupo de endeudamiento, la eficiencia del gasto público y un plan de rescate incluyente y que tenga arraigo en los sectores formales y en los trabajadores independientes e incluso informales. Los obstáculos a enfrentar son insalvables y superar la crisis es imprescindible.

MIGUEL ÁNGEL BARRETO

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