Despegando nuevamente

Miguel Ángel Barreto

Esta semana resultó muy positiva para el transporte aéreo, tras el anuncio de la apertura gradual de otras 18 terminales regionales entre las que se encuentra el aeropuerto Perales de Ibagué y la reactivación de los vuelos internacionales desde Bogotá, Rionegro, Cali y Cartagena.
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Esto es nada más y nada menos que la salida de cuidados intensivos del transporte aéreo de pasajeros en medio de la pandemia por coronavirus. Ahora el desafío consiste en retornar a sus niveles de crecimiento de 2019, un arduo trabajo que seguramente verá sus mejores frutos a partir de 2022.

Se estima que esta importante actividad durante la crisis del Covid-19 dejó de transportar 2,5 millones de pasajeros y en más de seis meses los operadores dejaron de percibir unos 900 millones de dólares, sin contar los costos asociados a arrendamientos. Mayo apenas alcanzó 51 vuelos.

No obstante, el sector aeronáutico y el turismo están íntimamente ligados y ambos son vitales para la economía del país. La industria del transporte aéreo contribuye con 7.500 millones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB), de los cuales 5.300 millones de dólares son atribuibles a personas que viajan en plan turístico.

En términos de empleo, el sector sostiene directamente 32.700 plazas laborales e influye indirectamente en 253.000 trabajadores de actividades asociadas a las cadenas de suministro y turismo.

En este orden de ideas, anterior a la pandemia y con el respaldo del partido Conservador, presenté un proyecto de ley que simplifica y reduce el impacto tributario para el sector aéreo. En medio de la emergencia el Gobierno nacional lo adopta por decreto y extiende los beneficios tributarios hasta diciembre de 2021.

La propuesta al Gobierno nacional es dejar en firme el proyecto para asegurar la recuperación del transporte aéreo. Que se constituya en ley resulta estratégico para la Nación en una fase de pospandemia.

Una de las medidas a conservar a partir del primero de enero de 2022 es la reducción del IVA del transporte aéreo y al combustible de aviación del 19% al 5% y que sean trasladados a los tiquetes, asimismo ampliar los acuerdos de pago por deudas asumidas ante la Aerocivil.

Igualmente, establecer nuevos plazos para la declaración de impuestos como IVA, renta y complementarios, además de fortalecer las líneas de crédito por parte de Bancoldex que incluyan a las empresas relacionadas con el turismo y la hotelería. En un escenario de reactivación resulta fundamental reducir la carga tributaria y los cargos administrativos enfocados en beneficiar a los pasajeros prioritariamente. Las tasas y los impuestos representan un promedio de 20 dólares en las tarifas domésticas y de 100 dólares en las internacionales, lo que influye en algunos casos hasta en el 50% del costo de los tiquetes.

Siendo Colombia, el tercer país en la región con las tarifas más elevadas, detrás de Venezuela y Argentina, estudios han demostrado que reducir la carga impositiva trae beneficios puntuales como son: incremento en la demanda de pasajeros, nuevas conexiones y mayores beneficios en términos de demanda y oferta.

Para superar la crisis del sector no solo se debería consolidar un plan de reactivación, sino establecer una política que dinamice la aviación y el turismo en el mediano y largo plazo. El sector aeronáutico y el turismo tienen que decolar nuevamente con bases firmes y amparados en una política que garantice su plataforma de expansión en el mediano y largo plazo.

En esencia, por ley, el transporte aéreo es un servicio público que debe estar cada vez más cerca al alcance de todos y es en esa visión que se deben tomar todas las decisiones en torno a este sector económico.

MIGUEL ÁNGEL BARRETO

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