Tolima, potencia agroindustrial

Miguel Ángel Barreto

Debemos posicionar al Tolima como un polo de desarrollo agropecuario, ser más competitivos en el escenario nacional e internacional, logrando que redunde en bienestar económico para la ciudad y sus habitantes.
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El departamento y su capital tienen grandes potenciales aún por explotar. Debemos ser capaces de articular la agroindustria de alto valor agregado con los retos propios de la industria turística y el emprendimiento juvenil. Esos tres eslabones configuran un modelo de ciudad  para el futuro en medio de las penurias que hoy nos deprimen.  

 Las cifras eran preocupantes antes de la pandemia pero empeoraron con ella. A nivel nacional, Ibagué brilla por sus  tasas de desempleo, alrededor del  20%, la peor parte la llevan los jóvenes: 28 de cada 100 no tienen trabajo. La tasa de informalidad es del orden  del 69.1%, lo que sin duda impacta negativamente  a los sectores productivos. 

 Al jalonar la agroindustria, se daría impulso a las vocaciones económicas, lo que se traduce en un desarrollo centrado en las personas, sostenible y equilibrado entre lo rural y lo urbano.

Se trata de apalancar la reactivación del sector económico. Ibagué aporta el 42,7% del PIB departamental, es decir un 0,88% del PIB nacional, apoyado principalmente en actividades relacionadas con el comercio y la prestación de servicios; de hecho, el 59% del empleo lo generan  estos sectores. El 96,2% del tejido empresarial corresponde a microempresas, el 2,99% a pequeñas empresas, y menos del 1% son medianas y grandes empresas.

Tenemos con que mejorar esos números y también ciertas condiciones que nos favorecen, tales como la ubicación estratégica,  conectividad vial y logística. 

 De acuerdo con el Plan de Desarrollo Municipal, Ibagué cuenta con 26.409 hectáreas de tierras dedicadas a cultivos agrícolas, que equivalen al 18.77% del área total, un 33,1% está dedicada a pastos (ganadería extensiva), un 20,1% en bosques, 13,6% en rastrojo y un 11,2% a otros usos. Se destaca la producción arrocera y ganadera a mediana y gran escala, en tanto que un buen número de familias viven del cultivo del café.

 A 2019, el ICA reportó en su Censo Pecuario Nacional una población de 39.216 bovinos en 1.405 predios del sector rural y semiurbano, así como 79 granjas avícolas comerciales con una población de 5.243.793 animales; en menores cantidades hay ovinos, caprinos, búfalos equinos y porcinos, además de criaderos de tilapia roja, tilapia negra y cachama. 

 Para salir de la encrucijada, necesitamos fortalecer estas vocaciones agrícolas y pecuarias. Nuestros jóvenes necesitan razones para querer a su ciudad y quedarse en ella, y el  empresariado rural demanda el acceso a herramientas (conocimientos, tecnificación, créditos y recursos, figuras asociativas, transferencia de tecnología, capacitación e innovación, protección sanitaria y fitosanitaria, etcétera) que despierten sus ganas de salir adelante, con buenas prácticas agropecuarias y la certeza de poder  comercializar sus productos a precios justos. 

Una golondrina no hace verano. Hago un llamado para que  gremios, empresarios, comerciantes y trabajadores nos unamos en torno al espíritu de progreso.

 

MIGUEL ÁNGEL BARRETO CASTILLO

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