Desayuno: El "re...nombrado"

La semana pasada se cumplieron 148 años del fallecimiento de Jacobo Grimm quien, junto con su hermano Guillermo, fue no sólo un gran estudioso de la lengua y cultura de los pueblos germánicos,

sino autor se una serie de maravillosos y célebres cuentos infantiles. En feliz coincidencia con ese aniversario, se conoció el texto inédito de un relato que bien pudiera atribuirse a ellos y que dice así:

Érase una vez un país suramericano de los llamados eufemísticamente en vía de de desarrollo. A pesar de su bicentenaria existencia y de tener la suerte de contar con innumerables recursos naturales, no despegaba, tal vez, porque quienes regían sus destinos, que generalmente pertenecían a las tres o cuatro familias que siempre habían detentado el poder, consideraban que ese territorio era suyo, podían hacer con él lo que les viniera en gana y manejarlo a su acomodo.

Como dentro de las muchas riquezas con que la naturaleza había dotado a ese país estaban los ríos y los mares, en cierta ocasión se requirió hacer unos trabajos de dragado en algunos de sus puertos. Para efectuarlos, se decidió contratar una firma que cumpliera especialmente dos requisitos: Ineficacia y falacia. Y los contratistas procedieron según su estilo: No hicieron el trabajo y, para justificarse, inventaron la excusa de que la máquina destinada para realizar las obras, a la que cual emperatriz francesa llamaban "Josefina", estaba dañada.

Pero "Pepita" no estaba ni averiada ni mucho menos embargada, como también quisieron hacer creer, simplemente estaba ejecutando otro de los rentables contratos con que sus laboriosos propietarios siempre eran favorecidos. No obstante, los avispados magnates de la contratación demandaron al Estado porque, según ellos, la reparación de los supuestos daños del aparato la debía asumir el ente contratante llamado Ministerio de Transporte. El pleito se fue alargando y la suma con que se debería indemnizar a los demandantes, por el lucro cesante, crecía "como crecen las sombras cuando el sol declina".

Apareció entonces, como caído del cielo, un joven y afamado ejecutivo que se encontraba a la cabeza del citado Ministerio. Él, por mejor hacerlo, de una manera muy diligente logró finiquitar el pleito y llegar a una conciliación que, en honor a la verdad, no firmó, pero en cuya negociación sí tuvo una activa participación. El asalto al erario fue monumental, tanto, que desató un escándalo a raíz del cual se pudo evitar la entrega de una parte del dinero.

Los organismos de control y de justicia intervinieron y mandaron a la cárcel a varios mandos medios, pero el conciliador fue eximido de cargos, con excepción de la Procuraduría , que lo acusó de irresponsable y de no cuidar los intereses del Estado. Por su parte la opinión pública, porque a ese país también lo había invadido la plaga denominada terrorismo de opinión, se atrevió a tildarlo de negligente.

Era de usual ocurrencia en tan sufrida nación, que las personas que actuaran de esa manera cayeran, pero hacia arriba. En consecuencia, y para ser fiel a la ejemplar tradición, el gobernante de turno premió aquel "irresponsable" y "negligente" ciudadano, designándolo conductor de la locomotora que arrastraba uno de los más valiosos tesoros nacionales: el de la Minas y la Energía. Y colorín colorado, así es la historia de un país al que han saqueado.

Credito
EDGAR ANÍBAL MOLANO LOZANO

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