Siempre se ha dicho que el ser humano llevará eternamente un niño en su interior. Tal vez esa sea la razón por la cual algunos adultos sienten la apremiante necesidad de montarse en cualquier cosa que les reviva ese goce de infancia y, para satisfacerla, se inventan situaciones tan particulares como la que ahora han dado en llamar, carrusel de las pensiones.

A propósito, si el Fosfogén que tomó para tratar de mejorar la memoria no está vencido, eso no es nada nuevo. Por ejemplo, en aquellos tiempos en que las elecciones para el Congreso se hacían por medio de listas que incluían los que se denominaban principales y suplentes, fue de común usanza que los primeros les dieran a los segundos, palomitas de pocos meses, para que los afortunados suplentes pudieran mejorar el monto de sus pensiones.

Y efectivamente, en la actualidad hay en el país muchos exparlamentarios que, gracias a ese procedimiento, disfrutan de cómodas jubilaciones. Por cierto, algunos de ellos se han rasgado las vestiduras frente al actual escándalo.

Con lo anterior no quiero justificar (San Pancracio, patrono de los que nunca se pensionarán, me proteja), lo que, se dice, han hecho ciertos magistrados en esta materia. Pero si de verdad se trata de combatir esos métodos tan poco ortodoxos para jubilarse, ¿por qué no se ha mirado para todos lados?

En una columna del pasado 14 de marzo, Poncho Rentería escribió: “Ayer enterraron la despilfarradora Comisión Nacional de Televisión. Enferma Comisión donde generosamente me nombró el presidente Uribe, pero renuncié a tan jugosa lotería porque corría el peligro de que me jubilaran, tramposamente, con 37 millones mensuales”.¿Se dan cuenta de que sí hay muchos otros lugares para donde mirar y, claro, investigar?

Además, no deja de ser curiosa, por decir lo menos, la coincidencia de que este tierrero se haya armado, justamente, cuando en el Congreso se aprestan a iniciar los debates sobre una nueva reforma pensional.

Porque, aunque el Ministro Pardo diga lo contrario, todo indica que la intención de este gobierno neoliberal es desmontar el régimen de prima media, para poner a tambalear los derechos adquiridos por miles de colombianos y, de paso, favorecer los fondos privados de pensiones, en una magistral carambola a tres bandas. Es que definitivamente, cuando la consigna es privatizar, ellos se valen de cualquier cosa, hasta de un carrusel.