Desayuno: Diplomacia en días de Santos

En las encuestas que habitualmente se hacen para preguntarle a la gente su opinión sobre la gestión del gobierno, al presidente Santos le sigue yendo bien, no importa que, como dijo alguien de cuyo nombre no pude acordarme, al país le vaya mal.

En uno de los puntos en que mejor le va, es en el de los asuntos internacionales. Y es que, como tanto se ha dicho, el contraste entre el estilo del actual gobierno y el del anterior, ha sido evidente. Pero eso es apenas cuestión de forma, porque en el fondo las cosas siguieron igual.

La costumbre de pagar favores políticos y personales con cargos diplomáticos no ha cambiado, sin importar que haya que soportar osos internacionales tan peludos como los que han asomado, por ejemplo, en los casos del General Montoya o de Jorge Visbal, uno heredado de la pasada administración, y otro designado por este gobierno. Y eso que todavía podría aparecer uno más: El del flamante embajador en El Vaticano, César Mauricio Velásquez.


Ahora la gestión diplomática de Santos se ha volcado, con todos los juguetes, a tratar de lograr el nombramiento de Angelino en la Dirección General de la OIT. Este fue un embeleco que se inventó el Presidente para quitarse de encima al Vicepresidente, y se le convirtió en obsesión.


A tal punto han llegado las cosas que, en una actitud que desdice mucho de su afamada cortesía cachaca, Juan Manuel le cortó la cara al exministro José Antonio Ocampo, al afirmar que no apoya su aspiración de llegar a la presidencia del Banco Mundial.


A Angelino lo postuló Santos porque le provocó, a Ocampo lo postularon los países del Grupo de los 11, más Rusia, por sus conocimientos. Angelino fue, durante años, Secretario General de la CUT, Vicepresidente de la Unión Patriótica, miembro del M-19, Ministro de Trabajo, por un tiempo contrario a las políticas de Uribe Vélez, después furibundo uribista, y ahora acérrimo santista.


Por su parte, Ocampo es uno de los más destacados economistas del país, miembro del partido Liberal. En el gobierno Gaviria, acompañado de Eduardo Sarmiento, propuso que la funesta apertura económica se hiciera, al menos, gradualmente, pero no fue escuchado.


Ha sido Ministro de Agricultura y de Hacienda y, durante cuatro años, Secretario General Adjunto para Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, convirtiéndose en el colombiano con más alta posición en la historia de esa organización.


Mientras Ocampo es economista y sociólogo de la Universidad Notre Dame de los Estados Unidos, Angelino es asiduo visitante de la Basílica del Señor de los Milagros en Buga; y mientras el primero es Doctor en Economía de la Universidad de Yale, el segundo dizque fue un operario, muy destacado, de la fábrica de cerraduras y candados Yale. Eso sí, ambos son vallecaucanos, mirá vé.


Con gran displicencia, en el gobierno nacional han tratado de insinuar que la aspiración de José Antonio es algo así como una lagartada. Luego de comparar sus hojas de vida, ¿cuál de los dos será más lagarto?


En la práctica, el nombramiento de cualquiera de ellos ni le va ni le viene al pueblo colombiano. En cambio, la administración Santos que se precia de realizar una gran labor de carácter internacional, apoyando a Ocampo habría tenido la posibilidad de anotarse un verdadero positivo para su gestión. Pero como van las cosas, y practicando esa especie de diplomacia selectiva, lo más probable es que se quede con el pecado y sin el género.

Credito
ÉDGAR ANÍBAL MOLANO LOZANO

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