Los empresarios y la paz

Ismael Molina

Cada vez más se ve el final del túnel de la guerra y aparece la claridad que genera un Acuerdo que abre las esperanzas de un futuro mejor para todos los colombianos, pero sobre todo, para las generaciones de niños y jóvenes que podrán disfrutar de un país con mejores opciones de Paz que las que tuvimos los colombianos que ya tenemos más de 50 años de existencia.

Las decisiones que tenía que tomar el Gobierno nacional ya se empiezan a dar. La fecha de la firma del Acuerdo está resuelta, al igual que la del plebiscito. El texto del Acuerdo todos lo podemos consultar y los cambios institucionales se empiezan a producir. Las fuerzas armadas se disponen a cumplir con su misión institucional y la justicia se apresta a hacer efectiva la búsqueda de la verdad, la reparación de las víctimas y la no repetición.

Por el lado de la guerrilla se aprecia una organización dispuesta a cumplir con su parte, manteniendo bajo control a sus efectivos, que ha cesado su accionar militar en todo el país, que se empiezan a agrupar en los sitios y en las condiciones acordadas e inician sus acciones pedagógicas para sus propias filas.

Pero a todas esas acciones, ¿qué ha dicho el empresariado colombiano? La respuesta ha sido diversa, mostrando tres tipos de preocupaciones: la desconfianza, el temor y la responsabilidad con el futuro.

El primer sentimiento es la desconfianza con el cumplimiento de la guerrilla ante la palabra empeñada en los textos del Acuerdo. Las denuncias de que la extorsión no cesa en algunas regiones del país, que los grupos armados que no se desmovilizan (ELN y Bacrim) empiezan a copar los espacios dejados por las Farc, los reductos de éstas que no quieren entrar en el proceso de Paz y la propia historia de esa guerrilla que no se ha caracterizado por el cumplimiento de las normas, ni siquiera de las leyes de la guerra, hacen que la desconfianza respecto al proceso sea legítima.

A ello solo se les puede poner de presente que los compromisos adquiridos han sido cumplidos, (vr.gr el cese del fuego) y que el empeño de las fuerzas armadas es el de redoblar los esfuerzos para que la presencia del Estado sea efectiva y cumpla los preceptos constitucionales.

El segundo sentimiento que ha salido a flote es el temor. La expresión más generalizada ha sido que los empresarios víctimas de la extorsión y la vacuna, aparezcan como financiadores de la guerrilla, cuando siempre fueron sus víctimas. A ello la respuesta ha sido clara y precisa y así lo ha comunicado el Presidente Santos en el congreso de Analdex.

Pero existe otro temor, y es el de los empresarios que utilizaron el conflicto para apropiarse de tierras y que ahora se ven confrontados a reconocerlo y reparar a las víctimas, no solo aceptando su culpabilidad sino devolviendo lo obtenido, so pena de no hacerlo les implique largas condenas.

Pera esas formas violentas de acumulación, no pueden encubrirse con la invocación a la buena fe de sus acciones, cuando todos sabían que lo hicieron a ciencia y conciencia de los orígenes de la situación. O será que los compradores de las tierras de los Montes de María en Córdoba, realizados a través de los Fondos Ganaderos de Sucre y Córdoba, no sabían de las situaciones de guerra de la región. ¿O los terratenientes que han ampliado sus feudos en el Cauca, no sabían que lo hacían sobre las tierras de los resguardos indígenas?

Un tercer sentimiento ha sido el de responsabilidad ante un futuro que exige cambios y que reconoce que le corresponde a los empresarios la tarea de crear las condiciones materiales para superar las llamadas condiciones objetivas y estructurales que han motivado el conflicto, es decir, la pobreza y exclusión de grande sectores de la población.

Son los empresarios que reconocen que la Paz no se decreta y que tampoco es una acción exclusiva del Gobierno y de las guerrillas. Que es una construcción social que convoca a todos los colombianos y entre todos la tenemos que construir. De esos empresarios necesitamos para que el conflicto efectivamente termine y podamos construir el país que todos hemos soñado.

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