La desfinanciación del Triángulo del Tolima: Una afrenta a los tolimenses

Ismael Molina

Las recientes declaraciones del ministro de Agricultura, Dr. Aurelio Iragorri, sobre la imposibilidad del Gobierno nacional de contar con los recursos necesarios para la terminación del proyecto del Triángulo del Tolima es una noticia que debe llamarnos a reflexionar sobre el peso que nuestro departamento tiene en las decisiones nacionales, de la capacidad de nuestra diligencia política de influir en las decisiones y, del mínimo respeto que el Gobierno nacional debiera tener con todos los tolimenses.

El Triángulo del Tolima ha sido un propósito colectivo del departamento durante los últimos 30 años, pues se propone ser la respuesta necesaria para que la zona de mayor depresión económica del departamento y del centro del país tenga alternativas para su desarrollo.

Este proyecto afecta a la zona de Coyaima, Natagaima, Ortega y Ataco, en un área calculada en 22.000 hectáreas donde viven cerca de 8.000 familias en condiciones de pobreza e indigencia, de las cuales más del 40% es población indígena.

A partir del 2005, el proyecto de riego Triángulo del Tolima, por decisión del Gobierno nacional se convirtió en un proyecto de interés nacional y se realizaron los estudios y contrataciones necesarias al punto que en la actualidad, pasaron cerca de 10 años, y se han invertido algo más de 750 mil millones de pesos en las estaciones de captación sobre el río Saldaña, los canales principales y la presa Zanja-honda, faltando la segunda etapa consistente en los canales secundarios y las ramificaciones específicas a cada uno de los predios.

Como se dijo anteriormente en la primera etapa (estaciones de bombeo, canales principales y presa) se han invertido 750 mil millones de pesos, que no se pueden utilizar y que se están deteriorando, sin que autoridad nacional alguna responda por ellos.

Los canales secundarios y las demás obras tienen un costo aproximado de 200 mil millones de pesos, que son los que el señor Ministro ha dicho que no tiene y que por tanto la inversión realizada deberá dejarse deteriorar hasta cuando alguna autoridad se proponga recuperarlos. Eso no es serio, y por el contrario es profundamente irresponsable con los recursos públicos, con el departamento y con los potenciales beneficiarios que esta sea la posición gubernamental.

Frente a eso debemos hacer algunas reflexiones por nuestra parte. Siendo el sur del Tolima el epicentro del nacimiento de la guerra en Colombia, ¿cómo es posible que, en un proceso de paz, las posibilidades de desarrollo que representa el proyecto del triángulo se vean truncadas y las aspiraciones de las poblaciones que se han visto afectadas por la guerra se aplacen indefinidamente?

Así no se construye paz, y por el contrario se entregan las semillas necesarias para que la inconformidad sea el elemento central de acción de estas poblaciones, que por su propia tradición fácilmente ven en la protesta armada la única alternativa para ser oídos por un gobierno sordo y ciego.

Una segunda preocupación es el papel ausente que han tenido nuestros dirigentes políticos y gremiales. Ante la afrenta del Ministro solo la voz de un diputado, Carlos Reyes, ha sido la que se ha oído ante tales anuncios. La voz del Comité de Gremios, de los Senadores, los Representantes a la Cámara, del Gobernador y del Alcalde de la ciudad capital no se han oído y por el contrario han brillado por su ausencia.

Las familias de Coyaima y de Natagaima exigen que el Tolima entero le diga al Ministro y al Gobierno nacional que es una obligación ética y económica la terminación pronta del proyecto del Triángulo del Tolima. Que no entendemos una paz sin desarrollo y que queremos que las inversiones y la palabra empeñada del Gobierno nacional se convierta en el distrito de riego de mayor importancia en el centro del país.

Los tolimenses, todos, sin distingo de partidos políticos u opiniones gremiales debemos juntarnos para que como una sola voz le exijamos al Gobierno nacional la terminación del proyecto del Triángulo del Tolima.

No puede ser que con el pretexto de la liquidación del Incoder, la Agencia Nacional de Desarrollo que lo reemplazó no le responda al Tolima por las inversiones que se deben realizar y, que como lo dijo en el pasado el Presidente de la República, eran recursos que tenían una apropiación presupuestal definida y exclusiva.

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