La fatalidad de la dirigencia tolimense

Ismael Molina

Economista

El llamado de la Fiscalía a imputación de cargos por delitos contra la administración pública al Sr. gobernador, Dr. Óscar Barreto y al Exgobernador, Dr. Fernando Osorio, ha abierto la caja de las especulaciones, que van de la mano de las aspiraciones legítimas de múltiples ciudadanos que se consideran con suficientes pergaminos para aspirar a reemplazar al gobernador Barreto, ante la eventualidad de su retiro forzoso del cargo.

Pese a las aspiraciones públicas y privadas, lo cierto es que tal eventualidad, aunque esperado por muchos, ha sido un verdadero baldado de agua fría y hoy vemos a los diferentes partidos en la encrucijada de improvisar candidatos, poniendo en evidencia una profunda crisis de liderazgo en el Departamento, pues ni por las aspiraciones personales ni por las propuestas tímidas de los partidos, se vislumbra uno o varios posibles candidatos que logren generar siquiera mínima emoción entre copartidarios y ciudadanía en general. Por el contrario, lo que se observa es poco menos que un espacio vacío, donde actúan pigmeos de la política.

Pero si para la encarnación de un candidato aún no se vislumbra un verdadero dirigente que tenga arrastre y carisma, sobre las propuestas hay un absoluto desierto, pues ningún partido tiene propuestas claras sobre el devenir de nuestra región y, por el contrario, ante la falta de ideas y planteamientos para el desarrollo, la inclusión y la paz de los tolimenses, la alternativa es el insulto personal, la descalificación o el chisme. Al político que pensaba en los problemas del Estado, del Departamento o del Municipio, se ha pasado al operador especialista en ganar elecciones, bien sea por la vía del clientelismo, la dádiva o la corrupción. En la actualidad nuestros partidos no están preocupados por el programa que le propondrán al electorado, sino en la mecánica para ganar las eventuales elecciones atípicas, producto de las, también eventuales, decisiones judiciales.

Pero el sino trágico de nuestro Departamento no para allí. Pareciera que la condición indispensable para que los dirigentes políticos tengan reconocimiento en el Tolima es que hayan pasado por la cárcel o estén altamente involucrados en casos judiciales. En los últimos 30 años, los políticos de mayor éxito electoral en el Tolima han estado presos. Lo estuvo y aún lo está Alberto Santofimio Botero, pasó por esa situación Luis Humberto Gómez Gallo (Q.E.P.D.), también lo hizo Jorge García Orjuela, al igual que Rubén Darío Rodríguez Góngora, todos por diferentes acusaciones que han sido falladas por la justicia, pero no han dejado de darse el champú presidiario. Ahora, la competencia se hace con Luis H. Rodríguez, Fernando Osorio y Óscar Barreto.

En el futuro saldrán nuevos nombres que deberán resolver sus asuntos ante los estrados judiciales. ¿No será posible que los tolimenses escojamos dirigentes que se conozcan en el país por sus ejecutorias como hombres de Estado, como lo fueron en el pasado Alfonso López Pumarejo o Darío Echandía, y no por sus méritos judiciales?

Las expectativas que se están abriendo, como efecto de las decisiones judiciales, se juntan con la iniciación de la campaña electoral del año entrante, en la cual deberemos escoger nuestros Senadores y Representantes y, posteriormente, al nuevo Presidente de Colombia. Ese es el espacio para empezar a identificar los dirigentes sociales, gremiales, académicos o políticos que puedan ser la renovación política de nuestra dirigencia, para superar esta fatalidad que nos agobia. También será el momento para decidir si los votos del Tolima son para dirigentes de nuestro departamento o se van a engrosar otras caudas políticas que no responden por el futuro y el desarrollo de la región, como sucedió en la anterior elección parlamentaria. ¿Será que podremos escoger bien, por los nombres, los programas y por el Tolima?

Las nuevas elecciones son también el momento de preguntarles a los dirigentes locales que apoyaron nombres de otras regiones, ¿cuál fue la actuación de esos Senadores, elegidos con votos tolimenses, respecto a los intereses de la Región y donde está la representación política que se esperaba? O será que la incapacidad de nuestros dirigentes también se refleja en la falta de representación del Departamento en los cargos del alto Gobierno?.

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