Juegos Nacionales: Luis H., ¿el único responsable?

Ismael Molina

Es tranquilizante para los diversos estamentos de la sociedad tolimense que el desastre que significó la realización de los pasados Juegos Nacionales en Ibagué no haya sido echado al cuarto del olvido y, por el contrario, la Alcaldía, los periódicos locales y nacionales y las entidades de control hayan continuado la búsqueda de responsables ante tal cúmulo de decisiones erradas, que dejan a la ciudad sin escenarios deportivos y ni recreacionales.

La interesante y oportuna entrega de resultados de la auditoría de obra realizada por la Sociedad Colombiana de Ingenieros -SCI- a las obras adelantadas por las firmas contratistas en el Parque Deportivo y en el complejo de la 42, auditoría contratada por la Alcaldía y Coldeportes y cuyos resultados fueron entregados en audiencia pública promovida por la Alcaldía, pone en evidencias algunas cosas que se deben señalar:

-En primer lugar el absoluto cinismo y falta de seriedad del exalcalde Luis H. Rodríguez y del exdirector de Coldeportes Andrés Restrepo, que en octubre de 2015 ante el evidente atraso de las obras y su absoluta falta de planeación, hayan sido capaces de sostener que era posible su culminación en el tiempo programado, cuando todo indicaba que su ejecución tomaba no menos de seis meses. Tal comportamiento solo se explica por el interés de los involucrados en encubrir su propia responsabilidad en el descalabro que era inminente y, con ello, entorpecer toda investigación sobre las decisiones tomadas.

-Es evidente el manejo irresponsable y cómplice de las interventorías de obra, que ante cambios de diseño y especificaciones constructivas no solo las aprobaron, sino que también aceptaron la utilización de materiales y procedimientos que violaban las exigencias de los códigos de construcción, en especial el sismorresistente, con todas las implicaciones legales y de riesgo que ello conllevaba.

-La total falta de compromiso de las empresas españolas escogidas, tanto en el diseño como en la ejecución, con las obras por ejecutar y con la ciudad misma. Su compromiso y responsabilidad no alcanzaron siquiera a lo establecido en los contratos y el irrespeto con la ciudad fue absoluto, sólo mediado por el interés económico y el cumplimiento de las coimas prometidas a los funcionarios de los diferentes niveles.

-También se hace evidente la ausencia de las entidades de control nacionales y locales, que no se apersonaron del evidente debacle que asomaba por diferentes frentes.

Este paso es el primero para empezar a resolver la ausencia de escenarios deportivos, pues el informe técnico de la SCI ha de permitir reanudar la senda de su construcción, sabiendo a ciencia cierta el estado real de lo ejecutado.

La ausencia de las entidades de control se ha morigerado y, fue la Contraloría General de la República la primera que puso en evidencia lo que había pasado en los Juegos, por lo que no se entiende que esta entidad haya salido en el último tiempo con la peregrina tesis de que el único responsable fiscal sea el exalcalde, mecanismo por el que se ha querido exculpar al exdirector de Coldeportes y a los demás funcionarios nacionales, que participaron en las decisiones del manejo irregular de los contratos para los escenarios.

También alegra que la prensa nacional sostenga el seguimiento de lo sucedido en los Juegos y en nuestra ciudad. Así se evidencia en el informe que sobre el particular hizo El Tiempo, el domingo anterior. Al igual que la Contraloría, allí se señala al exalcalde como único responsable de tales decisiones y de la corrupción.

Sin duda que el señor Luis H. Rodriguez tiene mucho que explicar sobre su actuación en este nefasto episodio. Pero las responsabilidades del exalcalde no exculpan la de los demás involucrados y, no puede ser ético ni correcto empezar a repartir perdones antes de hacer la investigación. Si Luis H. fue responsable, por acción u omisión, lo fue como tomador de decisiones, que se hicieron en asocio con la Dirección General de Coldeportes y de todos y cada uno de los altos funcionarios de esa entidad que participaron en las decisiones que condujeron a los resultados que nos muestra la SCI. No pueden ahora decir que lo hicieron a sus espaldas, o que se enteraron a última hora o, a lo mejor, al decir de un teórico de la administración, que la culpable fue la vaca.

Economista

Comentarios