Lo que nos dejó el paro nacional

José Adrián Monroy

Con una inversión que supera los dos mil millones de pesos, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar Icbf, convertirá el Hogar Infantil Travesuras en un nuevo Centro de Desarrollo Integral CDI para el Tolima, en el marco de la Estrategia Nacional de Atención Integral a la Primera Infancia ‘De Cero Siempre’.

Hasta que llegó el día. Ayer se realizó el paro nacional convocado desde hace varios días por la centrales obreras, docentes, sindicatos y al que se sumaron indígenas, artistas, universitarios y ciudadanos del común. Aunque los propósitos del paro no estaban claros, lo que sucedió en otros países despertó, en buena parte de la ciudadanía, un movimiento de reacción y protesta.

En principio se invitó a marchar como rechazo a lo que algunos consideran políticas neoliberales del Presidente Duque, traducidas en supuestas reformas laborales y pensionales; sin embargo, pese a que el gobierno desmintió que existieran iniciativas de cambio en materia laboral, se aprovechó la situación para protestar exigiendo el derecho a la vida, a la paz, por la educación, la salud, en contra de la corrupción, por el cumplimiento de acuerdos pactados con antelación, entre otras razones más.

El temor era grande; los antecedentes de Chile, Bolivia y Ecuador vaticinaban lo peor, tanto así que el debate se centró entre quienes marcharían, los que no, o entre los que pensamos que la protesta es válida siempre y cuando se realice de manera pacifica, sin los desmanes, el vandalismo y la anarquía que ha acompañado anteriores marchas, finalmente, la protesta social es un derecho fundamental y tiene que garantizarse.

Pero, contra todo pronóstico, el gran paro nacional se realizó, en términos generales, de forma masiva, ordenada y pacífica; en varias ciudades del país se vivió una verdadera fiesta, donde hubo expresiones ciudadanas de forma creativa, artística y cultural. Si bien fue inevitable que se presentaran fuertes disturbios en ciudades como Bogotá y Cali, fueron los mismos manifestantes los que condenaron los actos vandálicos de unos pocos y que en ultimas, se convirtieron en pequeños lunares de la movilización.

El gran paro nacional del 21 de noviembre debe analizarse con criterios de fondo mas que de forma, puesto que la inconformidad social que se evidenció ayer merece que se le preste especial atención por parte del Gobierno nacional, porque se demostró, que no se están interpretando las necesidades, expectativas y requerimientos de una importante porción de la sociedad.

Es indispensable que desde todas las instituciones que componen el Estado se empiece a trabajar por generar, mediante acciones de gobierno, el camino hacia la reconciliación y la satisfacción de todas las esferas sociales del país. La alarma ciudadana del jueves fue la prueba de que existe una desconexión entre las administraciones y los administrados, así que no se puede seguir alimentando esa animadversión y se debe escuchar a la gente, de lo contrario, estamos ante una bomba de tiempo que puede terminar mal y conducirnos a la violencia de siempre.

Por ultimo, el paro también mostró que puede haber unión en torno a causas nobles, y es esperanzador, que la mayoría de colombianos eleven su voz con respeto, solidaridad y en paz.

REDACCIÓN EL NUEVO DÍA

Comentarios