¡La UT revive!

José Adrián Monroy

Si se le preguntara a los analistas, estudiosos y sabios sobre qué le falta aún al país para avanzar del letargo y esa somnolencia prolongada en el que hemos vivido durante los últimos tiempos, todos al unísono responderían: la educación; y con absoluta razón, ya que con una tasa del 5,8 por ciento de analfabetismo, Colombia sigue siendo el segundo país de América del Sur con mayor tasa en este aspecto, después de Brasil, es decir que en la actualidad casi dos millones de colombianos no saben leer ni escribir, según un informe del Ministerio de Educación presentado el año anterior. Todo esto, sin tener en cuenta las cifras que arroja la deserción escolar y de los que una vez concluido su bachillerato no pueden acceder a la educación superior.

Por todo lo anterior, y con el oscuro panorama que tiene la educación en nuestro país, cobra especial relevancia lo que sucede con la universidad que históricamente ha sido un referente de nuestro departamento, la Universidad del Tolima. Mucho se ha dicho y se ha especulado acerca de las causas de la crisis financiera por la que atraviesa el “alma mater” -que él año pasado cerró con un déficit cercano a los 24 mil millones de pesos-, lo cierto es que la politización en los manejos administrativos generó un incremento sustancial en la planta de personal -pura burocracia- de un 400% en los últimos tres años, situación que aumentó, ostensiblemente sus gastos sin un soporte claro en los ingresos. Por fortuna, hubo un cambio de administración de la Universidad que responsablemente ha querido tomar las medidas necesarias para evitar el naufragio de la única universidad pública del Departamento.

Por su parte, la Gobernación del Tolima ha tomado una decisión que trasciende de las palabras a los hechos: el pasado miércoles el gobernador Óscar Barreto presentó ante la honorable Asamblea departamental un proyecto de ordenanza con una connotación histórica, debido a que después de 56 años se presenta un incremento de las transferencias que hace la Gobernación a la Universidad, pasando de tres mil 800 a seis mil 400 millones por año.

Esto demuestra lo que significan la prioridad y el compromiso que tiene el Gobierno departamental con los jóvenes, porque es pensando en ellos, en su formación y su futuro, que se da este gran paso para la recuperación financiera de la Universidad del Tolima. El mismo ejemplo debería tomar el Gobierno nacional, que, teniendo pleno conocimiento de la situación económica por la que atraviesa la Institución, no ha planteado si quiera una alternativa real de ayuda al problema. Por lo tanto, debe existir un solo esfuerzo y una sola voz, entre estudiantes, profesores y administrativos, para que unidos en torno a la Universidad y con el apoyo decidido de la Gobernación puedan gritar ¡La UT REVIVE!

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