Reflexión sobre el Día sin Carro

José Adrián Monroy

El miércoles pasado se dio cumplimiento a lo establecido en el Acuerdo municipal 010 del 12 de agosto de 2015, que institucionaliza el segundo miércoles de febrero como el Día sin Carro en Ibagué. Esta medida, que debe cumplirse año a año, ha despertado las opiniones de quienes están a favor y en contra de esta acción gubernamental que busca reducir el impacto ambiental que el tránsito vehicular produce.

Según la información suministrada por la Corporación Autónoma Regional del Tolima, Cortolima, el pasado miércoles circularon 60 mil carros particulares, siete mil busetas y 30 mil motos aproximadamente, disminuyendo consigo la emisión de gases atmosféricos y la contaminación auditiva que producen. Sin duda alguna, una jornada como estas da un respiro a la ciudad y nos concilia de cierta forma con el medio ambiente.

Algunos afirman que la medida debería hacerse más a menudo y no una sola vez al año, pero las condiciones logísticas y de transporte hacen que este deseo se convierta en utópico. Para que podamos tener más días sin carro, analizando en específico la jornada de hace dos días, se hace necesario que la Administración municipal incentive el uso de medios alternativos de transporte: hizo falta un carril exclusivo para bicicletas con puntos de hidratación que permitieran la libre circulación de los ciudadanos que las utilizaran, fomentado, a su vez, el deporte, la salud y el sano esparcimiento; adicionalmente, nuestro transporte público es deficiente, pues no logra satisfacer eficazmente la demanda que tiene la ciudad y con la organización que se debiera; son las busetas, en su mayoría, las que más contaminan y el costo de una carrera de taxi no es asequible para todos los ciudadanos, lo que ocasiona la indispensable necesidad de recurrir al uso del carro o de la moto para desplazarse.

Por su parte Fenalco, federación vocera de los comerciantes, reportó una disminución de un 80% en ventas del sector automotor, estaciones de servicio de combustibles, establecimientos de víveres y abarrotes, además de los restaurantes; desde luego, estas cifras ameritan un especial análisis, debido a que la principal actividad económica en Ibagué es el comercio, es la fuente número uno de empleo e ingresos de los ibaguereños, por lo tanto el transporte es una necesidad muy importante por satisfacer.

Así las cosas, nos damos cuenta de que estamos muy lejos de hacer una contribución significativa a la mejora del medio ambiente en la ciudad y con preocupación se percibe los abruptos cambios climáticos que padecemos a diario. Iniciando el año las lluvias y bajas temperaturas se habían apoderado de la ciudad, pero ahora el Sol y el calor que se padece hacen que tomemos conciencia de la forma en que nuestras acciones están influyendo directamente en la afectación climática de Ibagué. Cuidemos nuestro medio ambiente, ¡esto es lo más importante!

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