Uber vs. Taxis ¿y el Gobierno?

José Adrián Monroy

Esta semana, volvió a ser noticia el eterno debate de si se permite el uso de la aplicación Uber en el país y de la peligrosa confrontación que tienen los conductores de los vehículos adscritos a esta plataforma tecnológica y el gremio de los taxistas.

Todo ese malestar, las confrontaciones entre los “dos bandos” y la incertidumbre de los usuarios, se habría podido evitar si el Gobierno nacional desde el inicio hubiera tomado una posición clara frente al uso de este tipo de tecnologías.

La falta de cohesión que demuestra el Gobierno nacional es tal, que el Ministro de Transporte solicita la prohibición del uso de la aplicación, mientras que el ministro de las Tic’s defiende su uso; es más, actualmente, en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca existe una demanda que como pretensión principal solicita el bloqueo de la aplicación para Colombia, poniendo en riesgo el principio de neutralidad de la red de internet. ¿Era necesario llegar a estas instancias por la actitud del Gobierno nacional de hacerle el quite a la solución de este problema?

Uber, es una aplicación que ya se encuentra en 334 ciudades de 59 países en el mundo, ganando espacio entre los usuarios por ofrecer aspectos diferenciales al transporte público tradicional, como: pago por medios electrónicos, uso de una aplicación de celular para su funcionamiento y la operación de vehículos particulares.

A hoy, ya todos sabemos cómo funciona y cuáles son sus principales ventajas y desaciertos en comparación con el servicio prestado en un mercado que era de uso exclusivo para los taxistas.

Históricamente, el gremio transportador en el país ha sido fundamental en el desarrollo de la economía, pero Colombia no puede quedarse atrás en el desarrollo de las nuevas formas de generación de empleo y de ingresos fruto del uso de las tecnologías. En el mundo, es reconocido como freelance la forma en el que un trabajador por su propia cuenta realiza actividades en desarrollo de su oficio u ocupación y que cobra mayor relevancia por la inmediatez y cercanía que proporciona el uso de las redes sociales.

Bajo esta modalidad, se puede conseguir de forma directa y sin intermediación: médicos, carpinteros, hoteles, hasta alquiler de apartamentos. Por lo tanto, restringir la posibilidad del uso de una aplicación como Uber, sería ir en retroceso de una opción de consecución de recursos económicos en tiempos en donde el empleo formal y tradicional escasea; si se hace necesario regúlenlo, establezcan tarifas, reglamenten su funcionamiento, pero no limiten las oportunidades legales que pueden tener las personas para obtener mayores ingresos, porque al hacerlo, abrirán la brecha de la clandestinidad y la informalidad a la hora de trabajar.

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