El peligro de ser niño en Colombia

José Adrián Monroy

Abril es el mes de los niños, su origen histórico se le debe a la organización de Naciones Unidas, ya que decidieron establecer una fecha en donde se conmemoren los derechos de los niños y el deber que tiene la humanidad de ofrecer lo mejor para ellos; esto quedó contemplado en diferentes convenciones, la primera en 1924, hasta su última versión que entró en vigencia en septiembre de 1990.

Nuestro país ratificó lo tratado en la convención mediante la Ley 12 de 1991 y enmarca los derechos establecidos en la Constitución nacional teniendo como principios rectores: la protección integral de la niñez con los derechos a la vida, al desarrollo, a una identidad, a la participación y a ser protegido.

Llevamos casi un siglo debatiendo la importancia que tienen los niños para el mundo, pero el comportamiento de una buena parte de la población hace que ser niño en una comunidad como la nuestra sea un completo peligro, las cifras simplemente son escalofriantes: en el año 2015 se presentaron 1297 casos de abandono infantil aumentando en un 25% para el año 2016, según el Icbf. El dato de los niños y niñas abusados sexualmente simplemente da pavor, 18 mil casos se reportaron en 2015 y en el 2016 se registraron un promedio de 43 reportes por día. El panorama es, con certeza, más aterrador aún, si contabilizamos otras tantas variables que por desgracia padece nuestra niñez: la desnutrición, muertes violentas, la falta de acceso a la educación, embarazos infantiles, trabajo infantil, sumado a la pornografía y a la prostitución.

Todo esto demuestra que la celebración del día del niño en Colombia merece una evaluación fría y cruda del maltrato sistemático al que son sometidos los niños en este país, en donde todavía no se comprende el rol que tienen y que merecen, demostrando lo enferma y depravada que puede llegar a ser nuestra sociedad.

Por lo tanto, más que unirnos entorno al festejo por la niñez colombiana, al unísono elevemos un grito de rechazo, de exigencia por un real bienestar para todos y cada uno de los niños que habitan nuestro territorio, para que los irracionales maltratadores y malditos abusadores no ahoguen su inocencia, su futuro y la esperanza de un final de cuentos de hadas o de héroes. Unámonos para proteger su alegría, sus sueños, para que en sus memorias habiten recuerdos de felicidad y que la única cicatriz que porten en su cuerpo y en el alma sea la de una sonrisa fruto de una bonita infancia.

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