A pesar de todo, se debe creer en las instituciones

José Adrián Monroy

El filósofo inglés Thomas Hobbes estableció que: La forma de darle institucionalidad al Estado, es haciendo un pacto social en donde los ciudadanos respeten y confíen en sus instituciones.

Lastimosamente, ese concepto que rige cualquier Estado, que es el punto de equilibrio de cualquier democracia, se encuentra, en nuestro país, sumergido en una profunda crisis de escepticismo e incredulidad por cuenta de quienes representan al Estado colombiano y a su organización político-administrativa.

Y no es para menos, el pasado martes fue capturado el fiscal anticorrupción, precisamente por cometer actos que supuestamente combatía. Gustavo Moreno, recibió 10 mil dólares a cambio de desviar investigaciones que adelantaba la Fiscalía General de la Nación en contra del ex gobernador de Córdoba y, además, para agravar su ya delictiva situación, lo hizo en Miami, por lo que ahora el gobierno de los Estados Unidos lo está pidiendo en extradición.

Completando el oscuro panorama, el secretario de seguridad de Medellín, Gustavo Villegas, encargado de enfrentar a los “combos criminales” que azotan a la capital paisa y uno de los más importantes funcionarios de la administración del alcalde Gutiérrez, fue capturado por los supuestos delitos de concierto para delinquir y nexos con el crimen organizado, concretamente, con La Oficina de Envigado y sus cabecillas.

Sin duda, estos hechos y muchos otros que conocemos casi a diario, hacen que en la sociedad surja un sentimiento de incertidumbre, indiferencia y apatía por el ejercicio de lo público que producen en el imaginario de los ciudadanos que todos los funcionarios y servidores públicos, junto con los políticos, son sinónimo de corrupción y esto propicia que, tanto el gobierno, como el Estado en sí mismo, pierdan la legitimidad suficiente para con sus ciudadanos y así poner en riesgo la estabilidad del sistema democrático que ha caracterizado a Colombia desde que inició la República.

Sin embargo, creo, que aquí, son muchos más los que queremos hacer lo mejor por sus regiones y por el país, unidos entorno al beneficio común en puntos tan necesarios como la eficiencia en el manejo de las finanzas públicas, la reactivación económica, una adecuada implementación de los acuerdos de paz para un eficaz posconflicto, el mejoramiento del sistema de educación y una decisión sustancial que corte de tajo los problemas sustanciales que tienen los servicios de salud.

Por lo tanto, existe la esperanza y los motivos para pensar que todo mejorará, pero para eso, no se puede permitir que unos pocos desdibujen el fin de las instituciones, ya que son ellas la fortaleza del Estado y las que sostienen nuestra democracia.

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