Aprendamos de México

José Adrián Monroy

En momentos de adversidad, los pueblos se unen en torno al sufrimiento que padecen, esto representa la capacidad que tienen las sociedades de fortalecerse en situaciones difíciles por medio de un valor indispensable, la solidaridad. Que consiste en ese apoyo continuo, desinteresado e indiscriminado con el vecino, compañero de trabajo o con sus paisanos cuando se necesite.

La prueba más directa y real de lo que significa la solidaridad, lo está demostrando México, que en este momento está afrontando las consecuencias de un sismo que llega a tan solo 11 días después del mayor terremoto registrado en ese país con 8,2 grados en la escala de Richter dejando 65 muertos; Pero el de este martes, aunque fue menor en grados, 7,1 en la escala de Richter, fue más devastador. Hasta el momento se calcula que el sismo ha dejado más de 220 muertos y parece que la cifra hasta el momento no llega a su pico más alto.

Las imágenes del desastre son estremecedoras, pero más allá de todo eso, es admirable ver cómo de manera instintiva, quienes estaban cerca de los derrumbes, corrieron a quitar los escombros para buscar a gente atrapada sin importar las condiciones a las que se enfrentaban. Se formaron cadenas humanas: jóvenes y adultos, solos o en grupo, armados de valor y con los elementos que tuviesen a la mano salieron en la búsqueda de rescatar sobrevivientes.

En nuestro país, la última situación que despertó cierta solidaridad, fue la calamidad que sufrieron los habitantes de Mocoa en el Putumayo, por cuenta de una avalancha que dejó más de 300 muertos, 400 heridos, más de mil damnificados y un sinnúmero de desaparecidos. Y hablo de “cierta solidaridad” porque a pesar de que movió las fibras de buena parte del país, un buen sector -como siempre- se encargó de criticar las acciones que se hacían, otros quisieron sacar provecho de la situación y se fueron hasta Mocoa para hacerse pasar como damnificados y poder recibir las ayudas que se ofrecían, unos tantos llegaron con la intención de robarse lo que quedaba y algunos también quisieron sacar rédito político de las acciones voluntarias y altruistas de los demás.

Que gran ejemplo le da al mundo el pueblo mexicano. Su muestra de solidaridad refleja lo mucho que nos falta como sociedad. Los colombianos vivimos en función de la familia y los amigos, y todo lo que se mueva por fuera de esa órbita no nos interesa ni nos llama la atención, nos hace falta ese desprendimiento y sensibilidad por quienes no conocemos y allí radica una de nuestras principales fallas. Sigamos los buenos ejemplos y rompamos nuestros propios paradigmas, no esperemos a que tengamos que sufrir para aprender.

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