Con su permiso, señor Alcalde

José Adrián Monroy

No se tiene antecedente -por lo menos cercano- de lo que está sucediendo en Ibagué con la actitud asumida por el Sr. Alcalde de nuestra capital y su manifiesta animadversión hacia el Gobierno departamental.

Desde que iniciaron los períodos constitucionales de alcaldes y gobernadores el año anterior, se especulaba de cómo serían las relaciones entre el Dr. Guillermo Alfonso Jaramillo y el Dr. Óscar Barreto; teniendo en cuenta que el primero representaba la vieja estirpe liberal disfrazada de izquierda progresista y, además, de ser el hermano del Dr. Mauricio Jaramillo, candidato en ese entonces a la Gobernación del Tolima y rival directo del hoy gobernador. Por su parte, el Dr. Barreto representaba todo lo opuesto a la casa Jaramillo, fue el candidato Conservador y lograba por segunda ocasión liderar los destinos del departamento desde el piso 10 del Palacio del mango.

El Gobernador, atendiendo el compromiso que le genera ser ibaguereño y el haber sacado la mayor votación en Ibagué, inclusive superior al resultado electoral obtenido por el alcalde; ha planteado una serie de obras que desde la Gobernación del Tolima se pretenden planear, financiar y ejecutar como: El repartidor vial de la calle 60 con carrera Quinta, la realización de los centros culturales, tecnológicos y deportivos de las comunas 12, 8 y 7, la pavimentación de 300 calles, entre otras.

Propuestas que no han sido muy bien recibidas por el Sr. Alcalde, debido a que no ha otorgado las viabilidades y permisos que son necesarios para cualquier intervención que se quiera hacer en el municipio, aduciendo, que todo debe ser previamente concertado con él.

El miércoles pasado, en un acto totalmente desconcertante, el Alcalde de Ibagué quiso impedir el evento que se tenía previsto en el parque el Danubio del barrio Ricaurte en la comuna 12 por parte de la Gobernación del Tolima, con el pretexto de que no se había tramitado el permiso para utilizar el parque. Esto, en una clara muestra de egocentrismo, abuso de autoridad y desborde de poder que no son propios de un dirigente, ya que él, tiene la enorme responsabilidad legal y constitucional de velar por el bienestar de los habitantes de la ciudad que dirige.

Gracias a esa actitud egoísta que solo es comparable con la de un inmoderado gamonal, es que hemos perdido casi dos años sin que la Gobernación pueda ejecutar los proyectos de desarrollo que necesita la ciudad, solo porque al señor alcalde no le parece o no le piden permiso.

Mi invitación es, a que se convoquen todos los sectores de la ciudad: gremios, academia, sociedad en general, para que, con respeto, pero con la vehemencia que da el tener la razón, se manifiesten ante la administración municipal con el propósito de que el Sr. alcalde se despoje de sus apasionamientos personales y antes de pensar en él, piense en Ibagué.

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