El eco de las cacerolas

José Adrián Monroy

No existen antecedentes, o al menos conocidos, de la polarización que actualmente vive la ciudad. Las decisiones administrativas emitidas por la Alcaldía de Ibagué que consisten en cargar con más impuestos y contribuciones a los ciudadanos, ha ocasionado una histórica reacción por parte de los inconformes que mediante un multitudinario desfile realizado el jueves pasado, mostraron su descontento armados de cacerolas y arengas en contra de la administración municipal.

El enredo que generó el aumento desmedido del cobro del impuesto predial, antecedido por el incremento a la tasa por el uso del espacio público para los comerciantes y de la radicación ante el Concejo municipal del proyecto de acuerdo que busca implementar la valorización para hacer unas obras con costos indeterminados y que no cumplen con los requisitos establecidos en el estatuto de valorización; sumado a la actitud autoritaria de nuestro señor Alcalde que ante la crítica por los excesivos impuestos a los que quiere someter a la ciudad respondió cosas como: “¡El cobro va porque va!, despertó la indignación de los ibaguereños.

Los simpatizantes del Alcalde, muy incondicionales por cierto, minimizan la magnitud de la movilización con insulsos argumentos como: que es un persecución política, venganza de algunos directores de medios radiales o de portales de noticias porque la administración no les ha dado pauta publicitaria y hasta se preguntan por qué no se marchó o se hizo algo semejante por el descalabro de los Juegos Nacionales. Pecan al negar que por primera vez en ibagué se gestó un movimiento ciudadano que protesta por los abusos a los que creen se sienten sometidos, que su causa es legítima porque golpea directamente el bolsillo de todos y que eso trae graves consecuencias para sus familias.

No estar de acuerdo con el Alcalde y su forma de gobernar no nos hace enemigos de nadie, ni nos posiciona ideológicamente en la izquierda o en la derecha, mucho menos si se critica con respeto y con el ánimo de construir. Al señor Alcalde le hace falta humildad, o al menos la necesaria para que admita su equivocación con lo del predial, reconocer los errores también enaltece Alcalde; actuar con arrogancia y prepotencia ante los reparos de quienes no comparten sus posiciones contribuye a polarizar a la ciudadanía y marchas como las del “cacerolazo” son el producto de esas actitudes.

La manifestación ciudadana siempre será bienvenida, desde que se haga con altura y de manera pacífica, espero que desde hoy los ibaguereños hagan retumbar sus cacerolas y que su eco sea el arma para salvaguardar a la ciudad de los excesos e injusticias.

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