La minga indígena, una papa caliente

José Adrián Monroy

A tan solo siete meses en el máximo cargo del país, el presidente Duque enfrenta una dura prueba, la minga indígena en el Cauca. La protesta ya lleva siete días, en los que se calcula que se pierden por día, cerca de 4 mil millones de pesos y se desperdician enormes cantidades de alimentos perecederos que, ante los permanentes bloqueos de vías principales como la panamericana, deben ser desechados.

A lo anterior, se le suman los hechos de violencia que han manchado de sangre los propósitos de la minga, cuyos trágicos resultados ya arrojan nueve muertos entre policía, indígenas y civiles, mas los heridos que a diario incrementan sus cifras. Aunque los indígenas le atribuyen los actos vandálicos y violentos a las disidencias de las Farc, no cabe duda que estas acciones dificultan un diálogo abierto con el Gobierno.

Además, las peticiones de la minga no ayudan mucho, puesto que están haciendo exigencias por incumplimientos desde la época de la Colonia; en el Cauca por ejemplo, hay unas 600.000 hectáreas, de las cuales los indígenas tienen 100.000. De estas, 85.000 hectáreas son potencialmente productivas, pero están pidiendo ¡49.100 hectáreas de tierra!, una exageración, cuando el gobierno de Iván Duque solo tiene capacidad para comprar 1.500, si acaso.

Y los requerimientos no terminan allí: están reclamando los incumplimientos que los gobiernos les han hecho desde el año 1999 y que el gobierno Santos había recopilado en un solo decreto, más la inversión para la población indígena que debe quedar consignada el plan de desarrollo, el cumplimiento de los acuerdos de paz con las Farc y la solicitud de los acuerdos con el ELN.

Todas estas situaciones hacen que esta minga sea un papa caliente para el Gobierno, aun más, si ya existen sectores políticos presionando; por un lado, la del propio Centro democrático que quiere que el presiente Duque aplique “mano dura” contra las manifestaciones, recupere el territorio y desbloquee las vías, y por el otro, los sectores de izquierda que ahora hacen como suyas las propuestas indígenas, no por solidaridad, sino por conveniencia politiquera.

Lógicamente, como ya es costumbre en el País, la minga indígena se volvió pretexto para alimentar la aguda polarización en la que nos estamos acostumbrando a vivir, a tal punto que existen sectores que menosprecian a los indígenas simplemente por serlo, desconociendo nuestras raíces y del por qué hoy estamos aquí.

Complejo escenario debe afrontar el Presidente, espero tenga la sabiduría necesaria para lograr un acuerdo con los indígenas, entendiendo también que desde la minga se debe hacer un llamado a la sensatez y que sepa sortear los radicalismos en los que se sumergió la política colombiana.

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