¡Coherencia por favor !

José Adrián Monroy

Uno de los grandes retos de los seres humanos es el de ser coherente; esa armónica relación que existe en actuar conforme a lo que se piensa y lo que se dice. Bien lo establecía Mahatma Gandhi: “La felicidad consiste en poner de acuerdo tus pensamientos, tus palabras y tus hechos”.

Sin embargo, esa unión es tan difícil de sostener cuando se ha vuelto común que las acciones de las personas estén totalmente alejadas de lo que alguna vez han dicho, haciendo más popular el viejo adagio: “predicar pero no aplicar”, o como alguna vez lo dijo Walter Riso: “Hay gente que funciona como una escopeta de perdigones: piensa una cosa, siente otra y sus actos se dispersan sin dirección”.

Sobre todo, en el ámbito político sí que aplica esta frase, ya que la falta de coherencia por parte de la clase dirigente ha demostrado que nuestros líderes muchas veces no interpretan el sentir de la sociedad; entonces, como consecuencia, se genera un ambiente de incredulidad y desconfianza por parte de los ciudadanos ante todas las acciones de un gobierno por buenas que sean, más aún, si al momento de gobernar hacen una cosa totalmente diferente a lo que prometieron al momento de ser elegidos.

Obviamente, todo esto va ligado a la permanente y continua devaluación de lo que antes llamaban “el valor de la palabra”, da lo mismo decir sí y después no, cambiar de parecer sin justificación o acomodarse a la posición más conveniente. Quizás, sea también el reflejo de la falta de principios éticos que dan como resultado que se actúe con falta de criterio y carácter.

Bajo estas circunstancias, hablar de coherencia en esta época es pertinente. El próximo 27 de octubre son las elecciones para elegir gobernadores, alcaldes, diputados y concejales; por consiguiente, estos meses previos a la elección son de una intensa campaña en donde los candidatos exponen sus propuestas acerca de lo que harán en caso de recibir el voto de confianza de sus electores. Por lo tanto, es preciso que al momento de plantear sus ideas, estas tengan una real conexión con las necesidades de la gente y que posteriormente puedan hacerse realidad.

Por lo tanto, y en esto quiero hacer especial énfasis para los candidatos, no es necesario mostrar una imagen que no corresponde a su propia esencia o forma de ser, debido a que si es elegido, naturalmente mostrará algo distinto a la persona que vendió en campaña. Así que mi invitación es a que si usted se somete a la elección popular, piense muy bien lo que va a proponer y si tiene las capacidades para serlo, porque después, lo que más defrauda a la gente, serán unas actuaciones salidas de contexto y sin la cohesión o coherencia que se espera de alguien que estará en el ejercicio de lo público. Obviamente, esto no solo aplica para la política, aplica para la vida.

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