¡Intolerantes! ¿A dónde iremos a parar?

José Adrián Monroy

El pasado miércoles, sobre el sector del Los Arrayanes, aquí, en Ibagué, se hizo viral el video de una pelea protagonizada por un agente de tránsito de la ciudad, un conductor de una motocicleta y un operario de la grúa en la que transportan las motos y carros que son inmovilizados.

En el hecho, que por demás es horroroso y repugnante, se observa cómo el conductor de la motocicleta pretendía impedir la multa que se le impondría por no tener sus documentos en regla y el posterior traslado de su moto a los “patios”, con destornillador en mano, se abalanza sobre el operario de la grúa y el agente, quienes se defienden con las cadenas y los ganchos metálicos con los que aseguran los vehículos al momento de subirlos a la grúa. ¡Simplemente espantoso!

Analizando lo que pasó en esta bochornosa pelea, salen a flote dos problemas importantes: el primero, es la tendencia que tiene la gente hacia la ilegalidad y lo peor es que, siendo conscientes de la ilicitud de su conducta, persisten en el error. Si ya se sabe que un vehículo automotor no puede transitar sin el Soat (seguro obligatorio del automóvil) o sin la revisión técnico mecánica, como fue el caso del conductor agresor en su moto, ¿por qué insistir en transportarse en ella?

Entiendo que la situación económica limite muchas cosas del diario vivir, pero actuar de esta manera trae consigo consecuencias peores. ¡Eso también es corrupción!

Y segundo, la actitud de algunos agentes de tránsito de Ibagué. No es la primera vez que estos representantes de la Secretaría de la Movilidad estén metidos en esta clase de escándalos, basta recordar que hace un par de meses también en video, fue pública una pelea entre ellos mismos, en donde se insultaban y casi a golpes se “sacaban en cara los pecados” cometidos con ocasión a sus funciones.

Una vez, en el centro, tuve que presenciar cómo un uniformado de azul, le pedía al conductor de un carro que circulara porque estaba obstaculizando la vía, lo hizo, de la manera más altanera y arrogante posible. Desconozco cuáles fueron los criterios de selección para escoger a los miembros de los agentes de tránsito, pero muchos equivocadamente confunden la grosería con autoridad.

Todos estos casos también evidencian la intolerancia que se vive, no solamente en nuestra ciudad, sino en todo el país. El ser intolerante, es el punto de partida para que se desencadenen todas las formas de violencia que hemos tenido que padecer a lo largo de la historia y que aún nos agobian a diario.

Pareciera que los colombianos fuéramos propensos a tener una actitud irrespetuosa hacia las opiniones o características de otra persona, lo que conlleva a la discriminación o agresión. Todo esto se resume, en que hace falta educación.

Comentarios