Las protestas, el vandalismo y la educación

José Adrián Monroy

Esta semana ha transcurrido entre paros y protestas. Por un lado, el convocado por un grupo de transportadores que se quejan por la suspensión de licencias de tránsito generadas por reincidir en distintas infracciones, y si, aunque parezca increíble, están protestando porque se les exige que cumplan las normas e intenten conducir conforme a las reglas.

Por el otro, el que realizaron los estudiantes de las universidades Distrital, Javeriana y la Pedagógica; ¿la razón?, los de la distrital lo hacen como rechazo a los evidentes casos de corrupción administrativa que se viven al interior de la Universidad, los de la Javeriana en apoyo a los de la Distrital y todavía no están claros los motivos por los cuales protestaron los de la Pedagógica.

El debate que esto suscita es viejo, debido a que la violencia opaca los propósitos de cualquier marcha, convirtiéndolas en movimientos vandálicos que circulan por las calles. Con esto no quiero cuestionar la causa o iniciativa de las protestas, es un derecho constitucional que tenemos todos los colombianos y así lo establece nuestra Carta Política: “Articulo 37. Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente...”.

Lo curioso del asunto es, que quienes se movilizan a exigir derechos, como pasó en Bogotá, creen que pueden hacerlo a su antojo, pasando por encima de todos y de todo, volviéndose victimarios al vulnerar los derechos de los demás, olvidando que tienen la obligación de hacerlo pero de manera pacífica. ¿Será que los revoltosos en las protestas no saben que con sus acciones violan varios delitos?, lesiones personales, daño en bien ajeno, irrespeto a la autoridad y hasta terrorismo, pues cuando se ve venir una marcha, es hora de huir y esconderse.

No obstante, hay un común denominador que ya es recurrente y preocupante, que va más allá del ya habitual vandalismo y es la aversión o el rechazo que tiene un buen sector del país hacia la legalidad y todo lo que ello representa. Ayer se veía por las redes sociales la imagen de una estudiante mostrando un condón inflado con un escrito que decía: “úselo porque su hijo le puede salir Policía”, o los videos de los que intentaron volcar un bus, o los heridos por la papa bomba que se lanzó a un cajero electrónico, incluso los que están exigiendo que no se les apliquen las normas para seguir cometiendo infracciones.

Todas estas acciones son el reflejo de que existe una falla estructural que afecta directamente el desarrollo y evolución de nuestra sociedad; sin duda, es la falta de educación la que lleva a los ciudadanos a consentir esta clase de comportamientos, y no hablo de la educación de los colegios y universidades, me refiero a la que se imparte en el núcleo fundamental de la formación de las personas, la de la casa, con la familia, es allí donde radica el problema.

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