El Papa y los indignados españoles

Son un mundo de prebendas que el Estado español jamás ha dado a sus connacionales que, hace pocos días, lo que sí recibieron fue aumento del 25 por ciento en el pasaje de metro-bus.

El movimiento “indignados” iniciado en España, está conformado por gente joven que no está en contra de un partido concreto, sólo exige a gobierno, clase política y demás líderes no seguir haciendo mal uso de la democracia, como también, urgentes cambios políticos y sociales que den oportunidades a las nuevas generaciones, porque en su país el 50 por ciento de los cinco millones de desocupados son jóvenes que, ante la grave crisis económica que afrontan, tienen un futuro totalmente incierto. Por ende, los más de 100 millones de euros que el Estado español tomó de los impuestos de los contribuyentes para financiar gastos correspondientes a la visita a Madrid de Papa Ratzinger o Benedicto XVI, los indignó sobremanera, en palabras castizas, los “emberracó” aún más.

Hasta el siglo 18 la mayoría de países occidentales eran estados confesionales, o sea, aunque se toleraba la práctica de otras religiones, una sola era la oficial. La situación se reflejaba en la Constitución o en decretos de reyes, príncipes o soberanos de cualquier laya, que dejaban inmiscuir la Iglesia en cuestiones de Estado y el Estado cuestiones de Iglesia. Hoy, legal y políticamente la Iglesia tiene que estar separada del Estado; sin embargo, hay excepciones. Por ejemplo, aunque se aboga por un estado laico y secular, Colombia y España tienen firmados concordatos leoninos favoreciendo la iglesia católica. Colombia le mantiene privilegios de facto. España, entre otros, le concede exenciones fiscales, sus propiedades antiguas se conservan con fondos públicos y hasta 2006 no pagaba IVA por objetos de culto.

Retornando a los “indignados”, tienen toda la razón. Además, no protestaron por la llegada del Papa, sino porque el Estado no ha debido gastar ni un peso en la visita de este personaje, que únicamente llegó a un exclusivo evento religioso internacional con jóvenes que, por ser católicos, les concedieron facilidades y beneficios tipo: reducción de impuestos; cero importe en transporte urbano; para sus masivas reuniones y sin costo alguno, préstamo de polideportivos y otros espacios públicos y, aunque en España se está de vacaciones, abrieron colegios para alojarlos gratuitamente, agregándose además la suma de todo el operativo de seguridad.

Son un mundo de prebendas que el Estado español jamás ha dado a sus connacionales que, hace pocos días, lo que sí recibieron fue aumento del 25 por ciento en el pasaje de metro-bus. Por eso no es extraño que hayan escrito entre sus pancartas de protesta: “Dios sí, Iglesia no”, “No con mis impuestos”, “Cerrar el vaticano, Guantánamo de cerebros”, “Papa o Califa, pague los gastos”, “¿Cuánto debemos pagar los demás, por su fe?”, “Tu morral lo pago yo”, refiriéndose al maletín naranja o “kit del peregrino”, que  JMJ regaló al más de millón de asistentes.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

Comentarios