Colonialismo agrícola

Colonialismo es la dominación violenta que, a través de invasión militar, comete un país poderoso hacia otro más débil o, aunque no se utilice la fuerza, lo es también el ejercer influencia política, económica y social sobre otro estado.

Por ende, aunque el periodo entre 1550 y 1810 es llamado “Época Colonial” de Hispanoamérica, no fue colonialismo porque territorios y habitantes no eran dominio de España, sino propiedad privada del Rey, que mandaba encomenderos a esclavizar a sus vasallos para poder explotar sus posesiones.

En cambio, entre 1873 y 1914 sí hubo colonialismo en África y Asia, cuando naciones europeas, consideradas potencias, sometieron varios territorios y habitantes. Con posesiones en los dos continentes, el imperio Británico fue el más voraz. Figuran también Francia y Alemania y, en nivel secundario, Bélgica e Italia. Las causas de expansión colonial son económicas, políticas y estratégicas. En las económicas prevalece el obtener vastas extensiones para explotar, mano de obra y materias primas baratas, alta rentabilidad para el capital invasor y apertura de mercados para los productos del colonizador, ya que su economía se basa en impedir desar­rollo industrial en las colonias. En las políticas, prima demostrar poderío, control y prestigio y en las estratégicas influye dominar puntos neurálgicos como puertos, mares, islas, canales, etc.

A Latinoamérica, últimamente, la están mirando con ojos colonialistas. El vistazo viene del Este, de países como China que, contando con recursos financieros, no tiene suficiencia hídrica ni territorio cultivable, porque ha urbanizado o industrializado la mayoría de sus 9.8 millones de kilómetros cuadrados, por tanto, sólo goza de 14 por ciento de tierras  agrícolas. Mas, con 400 millones de bocas para nutrir, arrienda o compra tierra extranjera, luego lleva insumos, tecnología, maquinaria y mano de obra para cultivar granos que después exporta a su territorio. En el último año ha invertido 15.6 billones de dólares en América Latina, siendo Brasil y Argentina los más comprometidos. Sin embargo, el Gigante no solamente busca alimentos básicos; también escruta nuevas materias primas y minerales, que son fundamentales para su expansión ­económica.

Con propósitos agroindustriales, en 2010 el Gobierno chino manifestó interés en comprar 400 mil hectáreas en Colombia; por fortuna, tenemos restricciones legales que no hacen factible la transacción. Sin embargo, es preocupante que, de manera fácil, en naciones proclives a las colonias forasteras, China y otros ojirrasgados se estén apoderando de espacios rurales. Pues el estado anfitrión, a la voz de atraer “inversionistas foráneos”, admite, tanto extranjerizar sus tierras  como establecer grandes asentamientos de inmigrantes, con el agravante que dichas concesiones amenazan su propia soberanía y la seguridad alimentaria de las nuevas generaciones. Por ende, estamos ad portas de un nuevo tipo de vasallaje, el “colonialismo agrícola”.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

Comentarios