Acoso sexual

Algunas culturas primitivas consideraron la violencia sexual como poder y energía vital y la erección masculina como símbolo de fuerza.

Hoy, hombre que erecta y acosa sexualmente para demostrar poder, es un jurásico ignorante con mente retorcida que está capando tratamiento psiquiátrico o cárcel. Al presente, por constituir una grave violación a los derechos y dignidad del agredido, el abuso sexual es castigado.

En Colombia, comete delito quien en beneficio suyo o de un tercero, valiéndose de su superioridad manifiesta o relaciones de autoridad o de poder, edad, sexo, posición laboral, social, familiar o económica, acose, persiga, hostigue o asedie física o verbalmente a otra persona con fines sexuales no consentidos.


Tomás Ernesto Concha, asesor del Área Política del Programa de Derechos Humanos y de Derecho Internacional Humanitario de la Presidencia de la República, fue denunciado como acosador sexual por Lina María Castro de 28 años, periodista que maneja comunicaciones en dicha oficina. Según la denunciante, el sujeto casado y de 54 años es su jefe directo y, desde hace casi un año, viene obligándola a cometer actos sexuales contra su voluntad si quiere conservar el puesto de trabajo. Como es obvio, el acusado niega los cargos aseverando que la relación fue de acuerdo mutuo.   


La periodista afirma: “Quiero hablar públicamente de mi caso porque es necesario que las mujeres sepan que estas conductas son delictivas”. Es decir, conoce que el acoso sexual es punible. Entonces, la demanda tiene tanto de ancho como de angosto, pues parece absurdo que, a estas alturas, una no menor de edad, con estudios superiores, conocimiento de sus derechos y, sobre todo, competencia en medios electrónicos que hubiera podido utilizar para, en la primera fase del acoso, cogerlo con las manos en la masa, obtener una prueba reina y demandarlo. En cambio, se limitó a consentir la agresión, dejándose manipular y aceptando cuanto le exigió el individuo.


Digamos que fue como Lina lo afirma porque sufre de complejo de inferioridad y baja autoestima, que la hacen ver a su jefe como a un “dios” con plenos poderes sobre su vida y carrera. Entonces, ¡qué indignidad! que este sujeto fuera a Washington a representar a Colombia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, precisamente, para informar sobre el marco normativo para la problemática de la violencia sexual contra las mujeres.


Igualmente, es singular que Angelino Garzón salga en su defensa, alegando que Concha es un digno representante del Gobierno porque lleva 30 años vinculado al Estado y 17 trabajando en programas gubernamentales de Derechos Humanos. Porfa, Vice, aterrice o, ¿fue que se la fumó verde? No se discute si el trabajo de Concha es válido y reconocido, sino si es o no acosador sexual con su subalterna.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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