Significado mágico del Solsticio de Invierno y la Navidad

Desde el principio de los tiempos, anualmente, entre 24 y 25 de diciembre sucede un extraordinario evento cósmico universal: el Solsticio de Invierno.

Por ser la ocasión en el cual el sol alcanza su punto más bajo en el recorrido de su eclíptica, este evento tuvo en la antigüedad gran relevancia y un significado dramático porque, en apariencia, la luz solar muere abandonando nuestro planeta para después irrumpir mágicamente.

Un teatral retorno tomado por los antiguos como el renacimiento de la divinidad solar, con primordial simbolismo de “vida y luz de la tierra” porque el astro, invencible, había prevalecido sobre las tinieblas.


A través de los siglos, cada cultura o colectividad le dio al Solsticio de Invierno otros valores simbólicos. En efecto, casi todos los pueblos han elegido esta ocasión para celebrar el nacimiento de sus más importantes seres divinos o sobrenaturales.


Entre otros, en Babilonia celebraban el de Tammuz, hijo único de la diosa Ishtar y en Egipto los de Horus y Osiris.


En China el de Scing-Shin, en la India el de Krishna, en Persia el de Mitra, en Azerbaiyán el de Zaratustra, en oriente el de Buda. En Grecia los de Baco, Hércules y Adonis.


En la mitología nórdica el de Freyr, hijo de Odín. En la América precolombina en México celebraban los de Quetzalcóatl y Huitzilopochtli y en Yucatán el de los Bacab, cuatro deidades que sostenían el cielo en sus cuatro puntos cardinales.


Y, para los cristianos se convirtió en el nacimiento de Jesús, Natividad o Navidad, porque en 204 D.C., Hipólito, obispo de Roma, en su libro sobre Daniel aseveró que Jesucristo había nacido en esa fecha.


Entonces, dándole un significado espiritual y religioso, a partir del tercer siglo se impuso el 25 de diciembre como el nacimiento del Mesías. A través del tiempo a la Navidad le fueron agregando pesebre, novena, aguinaldos, villancicos y otros, además del árbol navideño cuyo encendido de luces, también fue símbolo de la  resurrección de la luz.


Ateniéndonos a la anterior cronología, quien aportó las enseñanzas que son base primordial del cristianismo, el próximo 24 festejaría su 2012 cumpleaños. Celebración que, en el mundo moderno, subsiste sólo por simple costumbre y no por su verdadero valor creyente.


En contraste, ha asumido una significativa relevancia en términos comerciales y económicos. Cada año las multitudes globalizadas, con abstracto sentido religioso, se sumergen totalmente en el desenfrenado espíritu consumista, además de alegrarse por las convenientes fiestas que significan vacaciones y, en las cuales socializan, se recrean y divierten en lugares de moda que ofrece la  gran “sociedad de consumo”, sin recordar la importancia y significado que tiene la fecha adoptada como nacimiento de Jesús.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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