Crímenes de guerra

A cada cerdo amarrado le llega su nochebuena. Al cerdo Charles Taylor, expresidente de Liberia, le llegó después de seis años de proceso en la Corte Internacional, que lo juzgó por contribuir en los años 90, en su vecina Sierra Leona, en la cruenta guerra civil denominada “diamantes ensangrentados”.

Durante 12 años, este pequeño país africano soportó masacre de 200 mil civiles, dos millones de desplazados y un sinnúmero de mutilados, por culpa del sucio e ilegal negocio entre Taylor y Foday Sanko, jefe del sierraleonés FRU-Frente Revolucionario Unido.

Con este inhumano comercio, Sanko se embolsillaba 200 millones de dólares anuales. ¿Cuántos llegarían a las bolsillos de Taylor cuando, sin producir Liberia un solo brillante, la transformó en su exportador? ¿Cómo lo logró? Jugando un rol preponderante en el control y mando del FRU. Por eso, se convirtió en directo responsable de crímenes contra la humanidad, pues ordenó y alentó masacres, exhibición de cabezas e intestinos, estupros, sometimiento sexual y esclavitud de niños que marcaban con la sigla FRU. A este horror se le suma, que  dejó 300 mil víctimas en su propio país durante la guerra civil que instauró durante 14 años.

Infortunadamente, al no encontrarse documentos probatorios, el Tribunal se vio a gatas para inculparlo. Por los salvajes actos no le imputaron responsabilidad directa, como lo pedían familiares de las víctimas y organizaciones humanitarias. Sólo fue condenado por crímenes de guerra como suministrar alimentos y equipo militar a los subversivos. Uno de los más relevantes testigos fue la exmodelo, Naomi  Campbell, quien en 1997 cuando no se conocían los diamantes  de Sierra Leona, fue favorecida por Taylor con una de estas ilícitas piedras, quizás obtenida a cambio de cualquier  fusil o bazuca que en ese instante asesinaba gente inocente en Sierra Leona.

El castigo se dará a conocer el 30 de mayo. Puede apelar, pero no se salvará de una cárcel, probablemente inglesa. Es el primer ex Jefe de Estado condenado internacionalmente por auxiliar acciones sanguinarias en otro país. Entonces, que sirva de advertencia para otros implicados en acciones similares, de los cuales algunos rayan en nuestra vecindad. Porque ahora no cuenta quien se es o se ha sido, ni la posición ocupada, ni el dinero acumulado, la justicia internacional, tarde que temprano, hace responder por los crímenes de lesa humanidad.

Qué pesar, que otros que convirtieron sus gobiernos en aberrantes dictaduras, no los juzgó un Tribunal Internacional. Ente ellos, Pinochet, salvado por fingir enfermedad. Misolevic, murió antes de recibir condena. Saddam, llevado a la horca en su propio país. Gheddafi, asesinado antes de ser capturado. Y el sudanés Al Bashir, que está capando justicia porque no lo han encontrado.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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