Premiando feminicidios

Quince hombres que con sevicia ejecutaron a sus esposas, recibirán hasta el 50 por ciento de rebaja en sus condenas.

El premio se los concede la Fiscalía por haber cometido, ante testigos presenciales o registrados por cámaras de seguridad, horrendos feminicidios que, inicialmente, los autores negaron enfáticamente. Mas, después se convirtieron dizque en “diligentes colaboradores” de la justicia porque, creando una zarzuela de dos pesos, todos a una como en Fuenteovejuna, entonaron el estribillo: la maté por amor, la maté por amor. Claro, cada  uno tiene su personal estrofa en este macabro himno consagrado al vil asesinato de mujeres.

Por ejemplo, Javier Rodríguez cantó que, en Soacha, delante de su hijo de 9 años quien le suplicaba que no la matara, le zampo 32 puñaladas a Yanira Rojas. Al instante,  Javier Ceballos se le unió alegremente para recitar que, en un centro comercial de Bogotá, propinó 28 puñaladas a Viviam Urrego. A continuación, Wilson Rojas, lloriqueante tenor de pacotilla, entonó que le asestó 19 puñaladas a María Esther porque la adoraba. Después, entró el trio vocal que, creyéndose propietario de sus cónyuges, alardearon tener derecho a asesinarlas: Javier Quintero porque su mujer no era sumisa, Darío Rodríguez porque la “favoreció” recibiéndola con un hijo del cual no era el padre y Jairo Ríos porque lo quería abandonar.

Por ultimo, en recitativo final, irracionales abogados, fiscales y jueces se rapan la palabra afirmando estar muy satisfechos porque, como en competencia Olímpica, les están concediendo medallas de oro a algunos culpables de homicidios cometidos en mujeres. Además, asegurando  que lucharán denodadamente para hacer efectivos los preacuerdos, debido a que les importa un pepino que, hace pocos días, la Corte Suprema de Justicia haya sentado posición sobre el tema afirmando que no permitirá rebaja de penas cuando el criminal, en el momento de su captura, no admita los cargos imputados.  

Cada uno de estos sujetos que busca o permite estos aberrantes arreglos, actúa como androide sin sensibilidad concebido en probeta, pues evalúa el asesinato de mujeres como crímenes sin importancia. O quizás, ante sus manifiestas incapacidades, en su nombre, recompensa a quien comete feminicidio, porque también busca la aniquilación del género para no topárselo en competencia. O tal vez, almacena venganza personal en contra de la madre, hermana, tía, prima, abuela, bisabuela y todas sus tataratataras hasta llegar a Eva.

Lo que en su desinformación no sabe el misógino, es que sin  los úteros femeninos la humanidad no existiría y, si contribuye a exterminarlos el ser humano desaparece, ya que, si no es pajizo, por muy macho colombiano que se crea su espermatozoide, en su carrera contra la muerte si no encuentra el ovulo femenino a fecundar, como cucaracha aplastada, ipso facto agoniza.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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