Séptima versión festival de sabores

Desde cuando el hombre compareció ha tenido estrecha relación con la naturaleza porque ella le proporciona recursos alimenticios para sobrevivir.

Desde cuando el hombre compareció ha tenido estrecha relación con la naturaleza porque ella le proporciona recursos alimenticios para sobrevivir. En su proceso evolutivo y de civilización, la especie humana descubrió que podía cocinar. Hecho fundamental y decisivo para que, en su acepción gastronómica y medicinal, la cocción del alimento formara parte de la cultura humana, incidiendo  en la consolidación del vínculo  hombre-naturaleza-cultura. 

Entonces, desde que se puso en práctica esta invención, cada pueblo disfruta sus propias expresiones culinarias. No obstante, las migraciones y, últimamente la globalización, permiten disfrutar gastronomía de otros lugares, por ende, el gusto se internacionalizó. En Ibagué, desde hace siete años venimos celebrando el Festival de Sabores, precisamente, un reconocimiento a todas las comidas crudas o cocidas, dulces o saladas, ofrecidas en la ciudad que, recogidas en un solo punto nos hacen olfatear exquisitos aromas, creándonos una grave disyuntiva, qué elegir para degustar.   

Con apoyo de Gobernación, Alcaldía, Cámara de Comercio, SENA y, organización logística de Acodrés, cada vez, este evento pinta mejor. Importante la intervención de Infibagué que acondicionó las terracitas, pudiéndose adecuar allí parte de las 700 sillas, en donde los comensales saborearon comestibles ofrecidos por 24 restaurantes  y 6 puestos de golosinas. Negocios que superaron sus expectativas, porque demostraron interés en dar a sus platos, no solamente toque especial de sabor, sino también pinceladas de creatividad, innovación y estética, acompañados de agradable actitud y talante. Un conjunto que siempre redunda en buen servicio y hace que lugareños y visitantes, familiares y amigos, esperen el evento para disfrutar momentos gastronómicos placenteros.  

Además, Acodrés se preocupó por el detalle. Entre otros, baños aseados, ubicación estratégica de bolsas de basura, grupo uniformado entre las mesas retirando platos usados. Y, como la música es infaltable, al goce del comer que involucra gusto, vista, olfato y tacto, se le agrega el oído. En este caso, el sonido estuvo mesurado, no obligando  a quedarse callado o hablar a gritos. El público contribuyó en el orden y aseo, lo cual hizo notar su progreso en civismo y educación. En resumen, cada vez el Festival mejora y se posiciona más, convirtiéndose en un evento que aporta al turismo gastronómico regional.

Sin embargo, aunque cuando Martha Cruz fue su organizadora y, basándose en la premisa, “el sitio no hace el evento, el evento hace el sitio, lo trasladó al hueco abandonado del Centenario, ya es hora que la Gobernación y la Alcaldía se pellizquen. Con voluntad, pueden dotar a la Ciudad de un escenario que se necesita con urgencia. El mismo hoyo puede servir para que un innovador arquitecto, diseñe una construcción  moderna, eficiente e incluyente, dotada de excelentes servicios, comodidades y zonas adecuadas para celebrar este y otros acontecimientos. 

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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