Pudor y vergüenza

El pudor es la aversión hacia situaciones deshonestas u obscenas. Por ende, es un sentimiento natural de discreción y reserva en cuanto se refiere a nuestro cuerpo y esfera sexual.

Quien no lo practica y se exhibe de forma impúdica, indecorosa, incorrecta y sin recato, demuestra que no tiene respeto por sí mismo ni por los demás.

El pudor existe desde tiempos remotos. Se encuentra en mitos, leyendas y textos bíblicos con contenidos que, manteniendo equilibrio entre bien y mal, tratan de explicar cuestiones filosóficas y el origen del mundo. Por ejemplo, el Génesis manifiesta la creación del hombre y relata que, aunque Adán y Eva andaban viringos en el paraíso, Dios les puso límites que no cumplieron. Dicha trasgresión, acarreó firmes castigos, entre ellos, tomar conciencia de su desnudez y sentir vergüenza y pudor, ya que, en ese estado de vulnerabilidad mostraban abiertamente sus íntimas pasiones y deseos.


Hoy, actrices y modelos viven de mostrar sus artes corporales, pero sólo aquellas de medio pelo y pésimas en su oficio, se desnudan para poder sonar en los medios. Circunstancia imitada por cierta clasecilla de mujeres que sin ejercer estas actividades e imaginando que todo es lícito, cancelan cualquier límite al pudor acogiendo una nueva forma de esclavitud: creer que éxito y reconocimiento son sinónimos de empelotarse y, no de demostrar que tienen neuronas para realizar el trabajo en manera idónea, asertiva y eficiente.


Claro, son mujercillas que creen que segundos de efímero protagonismo, mostrando impúdicas imágenes de mal gusto y contando, abiertamente, sus preferencias en el acto sexual, etc., les dará el anhelado reconocimiento. Pobrecitas, le hacen eco a equivocados mensajes que afirman que es legítimo ostentar públicamente lo que debe permanecer reservado para lo íntimo. Un error garrafal que sólo las conduce al descrédito y, sobre todo, a la pérdida de valores.


Retomando la alegoría del Génesis, nuestra existencia intrauterina podría ser representada por el Edén antes del lanzamiento. Pero, igual como sucedió con Adán y Eva cuando fueron arrojados del Paraíso, con el nacimiento perdemos toda dimensión natural e instintiva para penetrar en un espacio cultural y vinculante al que llamamos civilización, contexto en donde existen reglas éticas y morales.


Por eso, me pareció un exabrupto la burda empelotada de la Secretaria de Cultura, Turismo y Comercio. Cuya Cartera siendo la más importante para el desarrollo económico de la Ciudad, en vez de cueros e intimidades, debería haber mostrado logros obtenidos. Igualmente, siendo la Jefe de una Secretaría como esa, debería dar ejemplo de cultura y comportamiento, o sea, de civilización. Si por caso supiera quien es Mark Twain, debería reflexionar sobre una de sus frases: “El hombre es el único animal que se sonroja porque tiene la necesidad de hacerlo”.



Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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