Renuncia papal

Confirmando el rumor que corría, Papa Ratzinger renunció el pasado 11 de enero. El teólogo más acreditado de nuestra era, un académico, intelectual y tuitero, no es carismático, mediático, diplomático ni político como Wojtyla, que toreó situaciones vaticanas e internacionales.

A Ratzinger se le abona que acabó la “omertà” de la Iglesia con los curas pederastas y consideró sus actos crímenes atroces. Además, acercándose al pueblo musulmán oró en mezquita de Estambul y, en Israel, apoyó el derecho palestino de tener estado propio.

Entre varias versiones sobre su dimisión, circula el escándalo “vatileaks”, fuga de documentos reveladores de cochinadas vaticanas y de la obstrucción de la Curia romana a la transparencia exigida por Benedicto, al descubrir que prácticas medievales como felonías, contubernios, malversación y corrupción, en vez de desaparecer se habían sofisticado. Por eso, afirmó que solo con mucha imaginación se puede encontrar a Dios en el Vaticano.


Su mayordomo, Paolo Gabriele, fue chivo expiatorio del “vatileaks”. Lo achacado tiene tentáculos demasiado poderosos. Derivan de la lucha intestina de poder, entre Angelo Sodano, último Secretario de Estado de Wojtyla y su sucesor Tarcisio Bertone. Par joyitas, que buscaban quitar del camino a Benedicto. El maloso Bertone, nombró Nuncio Apostólico de Estados Unidos a Carlo Maria Vigano, logrando desterrarlo después que Ratzinger lo delegara para purificar las putrefactas finanzas vaticanas, atiborradas de corrupción, prevaricato, desfalcos y favoritismos.


Acusándolo de homosexual y otras prácticas, también destruyó honra y carrera de Ettore Gotti, miembro del Opus Dei, nombrado por Ratzinger, Director del Banco de Dios o Instituto de Obras religiosas-IOR para, con pulcritud, poner orden a una Institución que además de investigada por nexos con la mala vida italiana y lavado de activos, acoge cuentas multimillonarias de políticos, inversionistas, funcionarios de Estado y testaferros de Matteo Messsina, “capo dei capi della Cosa Nostra”. Privilegiado grupo que, a toda costa, busca silencio sobre sus transacciones financieras.


A propósito de la renuncia, también circula que, a nombre de un país europeo, el Tribunal Internacional sobre Crímenes de la Iglesia y el Estado, acusó a la Iglesia Católica de crímenes de lesa humanidad y asociación para delinquir, por ende, a Ratzinger como su representante. Imputación entregada a Bertone el 4 de febrero, la cual obligaba a Benedicto a permanecer en Ciudad del Vaticano a partir del 15. Solo se sabe que seis días después, el Papa renunció. Igual, circula que el 31 de marzo se emitirá un derecho hipotecario global, sobre propiedades y riquezas de la Iglesia. Ya expropiadas pasarían a ser bienes públicos, de acuerdo con el Derecho Internacional y al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.


Sea cual fuere el motivo, Ratzinger sorprendió y demostró no estar apegado a un poder que aunque de carácter humano, por siglos lo hicieron creer un mandato celestial.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

Comentarios