Obstinación por el poder

Existen personas obsesivas y obstinadas que buscan aferrarse al poder. La obcecación inicia desde joven, perdurando hasta llegar a dinosaurio achacoso con facultades físicas o mentales desparecidas o sufriendo graves enfermedades irreversibles.

 La modalidad es luchada en rangos civiles, políticos, militares y religiosos, sea en pequeñas designaciones como juntas de acción comunal  o en cargos de alta jerarquía.

En todo el orbe abundan ejemplos. Los más recientes, papa Wojtyla, Gadafi y Hugo Chávez. A este último, por primera vez, no se le endilga culpa porque tiene fundidos los fusibles. La imputación es para sus áulicos que con líder, parece, ya cadáver, cada tanto lo resucitan con falaces comunicados que no cree ni un descerebrado. De todas menares, cada regla tiene excepciones, entre ellas, Eduardo VII que, por amor a Wallis, abdicó al trono de Inglaterra y papa Ratzinger que renunció al no aguantar más acciones non sanctas cometidas dentro del Vaticano.

Varias revoluciones victoriosas han descabezado a quienes después de  elección o designación se tornaron en dictadores. Sin embargo, a todo nivel, las tiranías continúan en África, Oriente y América Latina. Las últimas en Latinoamérica fueron lideradas por Chávez que, con petrodólares venezolanos, abrió camino al poder vitalicio a la Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador, Evo en Bolivia y Ortega en Nicaragua. Lo han hecho falsa, engañosa y amañadamente, tergiversando significados, por ende, empuñando banderas de una finta democracia.

En la antigua Grecia, “demos” significaba sociedad o pueblo, “polis” ciudad estado y “kratos” poder. De “polis” derivan política, políticos y policía. Política es la actividad que decide los lineamientos generales  colectivos. Quienes la ejercen se llaman políticos y, quienes los vigilan se denominan policías, pueblo o sociedad. En Atenas, llamándola “Demo-kratia”, el “demos” por medio de votación, decidía todas las políticas a seguir.

La costumbre fue cambiando, imponiendo voto para escoger representantes que decidan por nosotros. Algunos de estos son los que se aferran al cargo hasta  cuando se los lleva la muerte. En cambio, quien es  normal, cuando le llega la edad de pensión se va sin remilgos a gozar con tranquilidad el último rescoldo de vida. Los que se obstinan en permanecer, son corruptos que quieren conseguir más dinero, continuar con privilegios o mantener en chambas burocráticas a familiares y amigos. En algunos casos, ya longevos o disminuidos en grado sumo, heredan la butaca a sus hijos, esposas u otros allegados.

Lo más cercano a democracia se practica en Noruega, Suecia, Dinamarca y Holanda, no tienen Senado y para ejercer política hay límites de edad. En Estados Unidos, eligen un senador por estado. En Colombia, entre senadores y representantes elegimos 268 hasta que les dé la gana retirarse y, quienes sin cumplir obligaciones a cabalidad y transparencia, reciben enormes mesadas más pensión de jeque árabe.
 

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Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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